¡MAMÁ NO QUIERO HACER DEPORTE!

Manuel Vizuete Carrizosa

MANUEL VIZUETE CARRIZOSA

Maestro de Enseñanza Primaria – Licenciado en Educación Física – Licenciado en Geografía e Historia – Doctor en Historia Contemporánea. Catedrático de Universidad. Líneas de Investigación: Didáctica de la Educación Física. Producción Materieles Didácticos para la Educación Física Escolar. Historia y Filosofía del Deporte y de la Educación Física. Formación del Profesorado de Educación Física. Fundador de La European Union Physical Education Associations (EUPEA) Comité de Expertos del Consejo de Europa (EF, Deporte Escolar y Deporte para Jóvenes) Coordinador del Foro Hispanomexicano.

 

¡Mamá no quiero hacer deporte!

 

Las  nuevas tecnologías y los videojuegos le  han robado la cartera al deporte en la edad escolar con sus mismas armas.

Manuel Vizuete Carrizosa 2016

 

La educación física y el deporte en la edad escolar necesitan de una revolución. Los viejos supuestos valores del deporte, las formas, reglas y normas que lo vienen rigiendo e instrumentando desde finales del siglo XIX, difícilmente pueden seguir apuntalando un edificio que se derrumba por viejo, y por haber seguido estirando, sin actualizarlos ni renovarlos, unos principios que ya, en pleno siglo XXI, son totalmente anacrónicos.

Los sistemas educativos no son capaces de dar respuesta a las necesidades de actividad, de educación para la salud y de preparación para participar en la cultura del movimiento, orientada a la participación social y a la calidad de vida. Por una parte, la educación tradicional sigue anclada en principios y postulados, materializados en el esquema evaluador de Pisa, que eran los objetivos de las sociedades industriales del XIX; mientras que, por su parte, la educación física y la formación deportiva se encuentran atrapadas en la maraña de los obsoletos planteamientos deportivos de rendimiento, propios de la guerra fría, sin que se vislumbre la menor intención de renovar un sistema deportivo que agoniza.

La demonización que se ha hecho, desde los sectores pro activistas y no educacionales de la educación física y del deporte en la edad escolar, de las nuevas tecnologías, y de la introducción de contenidos de educación, teóricos y fundamentados, así como de prácticas reales e intencionadas de desarrollo actitudinal en los currículos y en la práctica docente, han provocado la lenta agonía, hasta una desaparición más que probable, de la presencia de la educación física en el currículo escolar, y de la pérdida definitiva del deporte en la escuela como  práctica de educación social orientada a  la participación y a la calidad de vida.

Desde la educación física y el deporte en  la edad escolar, hemos menospreciado el valor de las nuevas tecnologías como recursos didácticos y, probablemente por un exceso de confianza, el valor de las redes sociales y los videojuegos como instrumento metodológico para la educación física y el deporte; precisamente cuando el deporte y las actividades físicas se encuentran en un entorno cambiante que crece en progresión geométrica, en número de actividades, y donde lo esencial sería una educación física centrada en formas de educar mucho menos rígidas y ortodoxas, mucho más creativa, flexible y adaptativa, que permita a los futuros ciudadanos participar y cuidar su cuerpo sin riesgos, y con un mayor acercamiento a los ideales de calidad de vida.

Los ordenadores, internet y los videos juegos, junto a la denominada comida basura  en Europa, o comida chatarra en Hispanoamérica, han sido señalados como los grandes culpables o demonios de la plaga silenciosa de la  obesidad mórbida infantoadolescente. No es cierto en absoluto.

¿Por qué hemos llegado a estas conclusiones? En  cuanto a los videojuegos, probablemente porque esta revolución tecnológica nos ha llegado demasiado tarde y la hemos visto demasiado lejos de nuestros conocimientos y posibilidades. En una palabra, demasiado viejos para comenzar a aprender a utilizar estos recursos como opciones para educar. Simplemente no entendemos para que sirvan porque no hemos jugado con ellos, al menos lo suficiente; no tenemos conocimiento directo, y nos fiamos de lo que dice la prensa o los programas educativos defensores de la enseñanza tradicional y poco amigos de reformar los sistemas educativos. La información publicada, en este caso, cumple el viejo axioma periodístico: ¡Que la verdad no te estropee una buena noticia!

En cuanto a lo segundo, la alimentación, es una cuestión discutible. Independientemente de la calidad y cantidad de  los alimentos, la obesidad es un problema de equilibrio entre el ingreso de la ingesta y el gasto de las necesidades vitales y el ejercicio. Cuando en la postguerra española y europea la alimentación de las poblaciones era a base de enormes cantidades de grasas de todo tipo, pero con grandes necesidades de movimiento y ejercicio físico para trabajar y desplazarse, los problemas de obesidad mórbida infantoadolescente eran muy reducidos y achacables a patologías o enfermedades causantes de la misma. En este sentido, el desarrollo y los estilos de vida son mucho más responsables que la alimentación, por lo que estaríamos buscando en el lugar equivocado.

La instauración de la jornada escolar continua asentó, a mi modo de ver, uno de los grandes pilares del problema; de forma imprevista, los escolares perdieron unos cuarenta minutos diarios de actividad física habitual no reglada, que suponían los desplazamientos de ida y vuelta al colegio en la jornada de tarde; por el contrario, ganaron más tiempo para ver la televisión o estar sentados frente a un ordenador y, por supuesto, aprender muchísimo sobre nuevas tecnologías y sobre videojuegos. La desaparición, por la especulación del suelo, en las ciudades, de los grandes espacios libres de edificios y no urbanizados donde practicar deporte de forma espontánea y no reglada por los niños, además de la creciente inseguridad de las calles, ha venido a cerrar un círculo vicioso cuyo resultado es el sedentarismo y sus problemas de salud, significativamente la obesidad mórbida y la diabetes mellitus.

Si nos referimos a una forma de diversión que genera alegría y placer, proporcionan intencionalidad y experiencia de vida, que es absorbente, que apasiona, que generan confrontación, competición, oposición y retos personales. Que tienen reglas que hay que aprender a aplicar y respetar proporcionando estructura y disciplina, con objetivos motivantes. Que presenta de inmediato los resultados y consecuencias de nuestros actos, cuya práctica genera valores y aprendizajes con métodos tan simples como ensayo-error, con recompensas como pasar de nivel o de categoría, con los que corremos, jugamos, cooperamos con los demás formando equipos donde desarrollamos la creatividad y el ingenio, establecemos y resolvemos problemas mediante estrategias individuales o de grupo, emocionándonos con el resultado final de nuestras acciones fijando lo aprendido para  siempre; no hace más de una década habríamos considerado que esta es una buena definición del deporte y de sus beneficios; sin embargo, hoy esta es la definición de los beneficios de los videojuegos.

La educación física y el deporte, se han movido a fuerza de oportunismo político y de soluciones coyunturales siempre en provecho de terceros, de alguna manera, es preciso reconocer que hemos perdido el tren del progreso aunque pudiera parecer lo contrario.

Los problemas enunciados por De Knop[1] (1996) no solo no han sido resueltos, sino que no han dejado de aumentar, las palabras finales de su informe no dejaban lugar a dudas sobre el futuro que nos deparaba la trayectoria y las inercias seguidas y generalmente asumidas como rutinas educativas y como valores entendidos:

El deporte es ahora demasiado organizado, demasiado serio y menos divertido, la gravedad de este hecho es directamente proporcional a la disminución de la edad del deportista.

En este sentido, a la vista de los resultados del informe de De Knop, las autoridades y educadores, debieron y aún deberíamos plantearnos, si los complejos deportivos, las estructuras federativas y los planteamientos que se vienen empleando, no son demasiado agresivos para dar sentido educativo a la práctica del deporte en la edad escolar, ante los cuales se produce una acción de rechazo por parte de los niños y jóvenes que, sin duda estarían por entornos más amables, menos rígidos y más divertidos; en este sentido en la misma obra, De Knopp señalaba como causa de los abandonos de la práctica:

Excesiva influencia del deporte de adultos sobre el deporte de los niños y jóvenes, tanto en lo que se refiere a los valores como a las normas y reglas, de tal manera que se obliga a un niño/a de ocho años a jugar con las mismas reglas y normas que las de un adulto. En muchos deportes, los niños son tratados como adultos pequeñitos u homunculus.

El final de siglo XX y el principio del XXI conocieron diversos estudios e informes en el mismo sentido y ratificando desde otros ángulos los resultados de De Knop.

Desde el mundo científico, hemos establecido hace más de una década una posición de escepticismo sobre las bondades per se de la actividad deportiva en edad escolar; en este sentido me sumé, en su día, los colegas europeos que han profundizado sobre esta cuestión y cuyas dudas nos llevan, al plantear el deporte como educación para la salud desde la actividad física al problema de la elección del modelo, pasando por las metodologías y los planteamientos didácticos. El razonamiento sobre las dudas de estas bondades ha sido planteado por Crum[2] bajo cuatro premisas esenciales:

  • Es una presunción esperar que la actividad deportiva, por si sola, tenga efectos pedagógicos positivos.
  • La forma en que los preparadores y entrenadores organizan y plantean las situaciones deportivas son decisivas para la consecución de los potenciales efectos pedagógicos de las actividades deportivas.
  • Los resultados de investigaciones recientes sobre los beneficios para el desarrollo físico, psíquico y social del trabajo con jóvenes en clubes deportivos, obliga a tomar precauciones a la hora de realizar afirmaciones de este tipo.
  • Sí el deporte organizado quiere desarrollar su potencial contribución a la educación de los jóvenes necesitan:
    • Establecer metas realistas.
    • Planificar las intervenciones.
    • Invertir en profesores y entrenadores cualificados.

 

Para los clubes deportivos la idea de la Educación a través del deporte, es algo así como una fata morgana, ya que conseguir que los jóvenes hagan deporte, no garantiza de forma inmediata la consecución de los efectos pedagógicos deseados. Educación en deporte, puede ser un lema mucho más realista y responsable que les permitirá darse cuenta que todo depende de la calidad de los entrenadores y de la forma en que se plantee el deporte para los jóvenes.  Sin entrar en detalles, el fondo de la cuestión es que es imposible determinar una influencia sistemática del deporte en los miembros de un club en el desarrollo físico, psíquico y social de los jóvenes

Casi en el mismo sentido se manifestaba Wolf Brettschneider de la Universidad de Padeborn al publicar los resultados de una investigación longitudinal que trataba del tema y que de forma realista sostenía:

Es demasiado optimista asumir y es preciso relativizar la afirmación de que los clubes deportivos poseen influencia positiva sobre el desarrollo de los jóvenes. De hecho, pueden apreciarse enormes diferencias similares entre los jóvenes, pertenezcan o no a clubes deportivos; diferencias estas que podrían ser atribuidas al hecho de que los clubes deportivos, atraen en particular a los jóvenes que desde muy pequeños han tenidos una buena condición física.[3]

Delimitado el problema de la relatividad de las creencias centenarias sobre las bondades del deporte, creo que es urgente plantear cuales han de ser las estrategias de intervención en educación para la salud desde la actividad física desde presupuestos de la sociedad de  la información y desde la visión del mundo que tienen los nativos digitales.

Establecidos de esta forma los términos del problema y recuperando la idea de estrategias, es forzoso acudir a la interrogación planteada por la confluencia entre los conceptos cultura y educación referidos al deporte en la edad escolar. Esta interrogación se ubica en una parte indisoluble del problema que tiene que ver con los conceptos, las ideas, los fines y los objetivos a los que hacen referencia educación y cultura en relación con el deporte y que ya he señalado con anterioridad.[4]

Siguiendo los planteamientos educativos abordados por Marc Prensky, al tratar el problema de la educación del futuro y la acción educativa sobre los nativos digitales,[5] hemos de coincidir con él, que también en la educación física y en el aprendizaje y desarrollo de los deportes necesitamos una revolución. De hecho, y volviendo a los estudios anteriormente citados, las innovaciones que está viviendo nuestra sociedad, están desmontando el, hasta ahora, aparentemente sólido sistema deportivo y cuestionando las metodologías y planteamientos didácticos de la educación física.

¿Podemos seriamente asumir que en un planteamiento educativo actual de la educación física y del deporte, se puede prescindir de la tecnología, de las redes sociales y de los videojuegos? La respuesta de los profesionales a esta pregunta sería muy interesante, probablemente entre lo políticamente correcto que reconoce  los progresos, y lo asumido como visión tradicional del más vale lo malo conocido.

La enseñanza de la educación física y del deporte, que fueron abanderados de la educación liberal y progresista de los siglos XIX y XX, ha sido encapsulados y sometidos a una férrea dictadura de conveniencia político-educativa durante demasiado tiempo. Hemos asumido el error fatuo, desde la óptica de los adultos, que los niños y jóvenes han de estar interesados en lo que interesa a los mayores.

Desde la educación física y desde el deporte hemos demonizado los videojuegos, probablemente por un exceso de planteamiento educativo conservador y de corporativismo profesional. Seguramente esta idea nos ha llevado a no acercarnos a los videojuegos y a despreciarlos como herramienta educativa; sin embargo, el aprendizaje que puede aportar un videojuego en cuanto a estrategias, tácticas, tomas de decisión y liderazgo, son infinitamente superiores al hacer por hacer tradicional y esperar efectos positivos que llegarán o no. Es bastante pintoresco que en la edad del i-pad  y las tables, los entrenadores sigan saliendo con sus pizarras de mano y dibujando jugadas y acciones tácticas que podrían estar en las memorias de las tablets y de los jugadores si hubieran jugado con ellas con un videojuego.

Desde el punto de vista de la enseñanza de los deportes, el trabajo con videojuegos permitiría personalizar las acciones de juego, interactuar, desarrollar tácticas  y estrategias y una vez interiorizadas, llevarlas al terreno de juego, justo lo opuesto que ahora ocurre, cuando cometidos los errores y vistos los fallos estratégicos se improvisan soluciones sobre la pizarra y se explican a gritos en cuestión de segundos a unos jugadores que en medio del estrés de la competición, probablemente escuchan pero no entienden ni asumen.

La educación física y el deporte en los países desarrollados atraviesan por una enorme crisis de adaptación a la realidad. Muchos padres y madres entienden que hacer deporte es una pérdida de tiempo y que el tiempo que se dedica a la educación física en la escuela, está bien como recreo dirigido, pero que podría ser más corto y en su lugar, aprender un segundo idioma o mejorar los conocimientos en informática. Igualmente en el caso del tiempo libre extraescolar.

En los casos en que, al final, los padres concienciados del valor de  los ejercicios físicos y el deporte deciden llevar a sus hijos e hijas a escuelas deportivas o a practicar deportes, probablemente porque ellos mismos son personas activas  o porque su experiencia con el deporte fue positiva, nos encontramos con el problema de los abandonos tempranos y el rechazo a la actividad sin que se den demasiadas explicaciones, aparte de los cambios de intereses concurrentes con la edad.

No hemos pensado ni planteado que estamos hablando de cosas que no les interesan y que lo que ocurre en la mente de muchos chicos es el hago esto porque no hay otra cosas, o hago lo que me dice el entrenador o profesor, pero tengo la mente en otro sitio. Probablemente en lugar de aburrirlos con ejercicios repetitivos y monótonos, deberíamos utilizar las nuevas tecnologías y las posibilidades que ofrecen para motivarles y permitirles aportar soluciones creativas a las actividades físicas y deportes que practicamos. Ciertamente el mundo deportivo y de las actividades físicas tiene más de dos siglos de historia, pero no podemos vivir en el pasado y, el deporte, al menos para los jóvenes, debería adaptar sus reglas y permitir opciones de participación lúdica y creativa de lo virtual a lo real y viceversa.

Muchos profesores y entrenadores piensan que parte de su éxito está en mantener una buena disciplina y conseguir captar y mantener la atención de los deportistas durante toda una sesión de entrenamiento.  Esta idea con sujetos que son capaces de manejarse entre el tráfico de una ciudad corriendo y escuchando música, y a la vez hablando con el acompañante, deberíamos revisarla a fondo y plantearnos nuevas alternativas didácticas y operativas a la hora del trabajo en la escuela o en el entrenamiento. La idea del no pain, no gain, hace tiempo que está obsoleta como principio educativo, no es ni más ni menos que el viejo axioma de la letra con sangre entra de la antigua escuela de palmeta y maestro autoritario ¿Por qué tengo que esperar a salir de la clase o del entrenamiento para correr escuchando música?

Para unan generación que es capaz de hacer varias cosas a la vez y atender a resolver varios problemas de forma simultánea, probablemente sea un desmedido esfuerzo obligarles a mantener fija la atención en una sola cosa. Cuando profesores o entrenadores increpan o  sancionan por falta de atención a un deportista, o a un estudiante, deberíamos pensar que a lo mejor no nos escucha porque no le interesa lo que le ofrecemos.

Está de moda el déficit de atención entre los escolares, tanto como estuvo la dislexia en su momento, la pregunta no es por qué no atienden, sino que les estoy diciendo que no me hacen ni caso o por qué no les interesa en absoluto lo que les trato de enseñar.

Deberíamos plantearnos por qué los que se aburren en una escuela deportiva o en una clase de educación física, son capaces de estar varias horas jugando con un videojuego o con la wii, no es un problema de atención, es un problema de interés.

No podemos ir a contrapelo de la cultura ni de la época en la que nos ha tocado vivir y esta es la época en la que todo tiene una pantalla, teclas y botones. Una época en la que todo es inmediato y la solución a los problemas está en la nube. Lo que no está en internet no existe y si no está en internet es porque no es interesante.

En el Consejo de Europa, en el Comité de Expertos para el desarrollo de la Educación Física, el Deporte en la Edad Escolar y el Deporte para Jóvenes, encontramos unas etiquetas con un simple mensaje Let them play! Dejarlos jugar! Hemos complicado tanto las cosas que el deporte y las actividades físicas están tan organizadas, estructuradas y con un sentido utilitario tan acusado que han dejado de ser divertidas.

Prensky nos ha dejado una frase fantástica la antigua forma de enseñar es aburrida; la nueva se basa en que los chicos aprendan solos. Esto no es nuevo, en las actividades físicas y en deporte hemos defendido y predicado que a jugar se aprende jugando; el problema ha venido con la instrumentación, política o mercantil de las actividades físicas: la detección de talentos, el alto rendimiento, los centros de tecnificación; variantes todos ellos de selección frente a inclusión y participación; cosificación de las personas y planteamientos educativos tan estructurado y pensados por los adultos que son enormemente aburridos.

Cuando un adulto aparece y se pone a participar en un grupo de niños que juegan libremente, el juego se termina y el grupo se disuelve. Mamá no quiero hacer deporte no es una ocurrencia, es una frase cada vez más repetida y lo peor, además de que los niños tienen razón, es que los adultos buscamos explicaciones con las eximir nuestras responsabilidades.

Dr. Manuel Vizuete Carrizosa

Badajoz – España

Julio de 2016

 REFERENCIAS

[1] DE KNOP, P. (1996) European trends in Youth Sport: A report from 11 European countries.  European Journal of Physical Education, Manchester, 1, pp.36-45

[2] CRUM, B.: (2005)  Educación a través del deporte” un lema para la educación física escolar, un callejón sin salida, una alternativa y algunas características para una educación física de calidad. En Valores del Deporte en la Educación. (Año Europeo de la Educación a través del deporte) M. Vizuete (Coord.) Madrid. Ministerio de Educación y Ciencia.

[3] BRETTSCHNEIDER, W.-D. &  KLEINE, T. : (2003) Jugendarbeit in Sportvereinen. Anspruch und Wirklichkeit. Schorndorf: Hofmann.

[4] VIZUETE, M: (2005) El deporte educativo desde la Educación Física y desde la Cultura Física en Europa. En Valores del Deporte en la Educación. (Año Europeo de la Educación a través del deporte) M. Vizuete (Coord.) Madrid. Ministerio de Educación y Ciencia.

[5]http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-no-me-molestes-mama-estoy-aprendiendo/953666/#aHR0cDovL3d3dy5ydHZlLmVzL2FsYWNhcnRhL2ludGVybm8vY29udGVudHRhYmxlLnNodG1sP3BicT0yJm1vZGw9VE9DJmxvY2FsZT1lcyZwYWdlU2l6ZT0xMiZjdHg9MTcwNSZhZHZTZWFyY2hPcGVuPWZhbHNl

 

 

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