MEJORA DE LAS ORIENTACIONES A LA DEPORTIVIDAD EN FUTBOLISTAS ALEVINES FEDERADOS. CÁDIZ-ESPAÑA

foto Javier Lamoneda

Javier Lamoneda Prieto

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad de Castilla la Mancha – Diplomado en Magisterio Especialidad de Educación Física. – Doctor por la Universidad de Extremadura  – Deportista federado con experiencia en todas las edades y categorías. Profesor de Educación Física en la enseñanza secundaria.

MEJORA DE LAS ORIENTACIONES A LA DEPORTIVIDAD EN FUTBOLISTAS ALEVINES GADITANOS FEDERADOS

 

El fútbol juega un importante papel socializador en el niño y adolescente. Sin embargo, su valor educativo se pone en entredicho cuando en no pocas ocasiones le cotejan conductas antideportivas.

Si se acerca un fin de semana a los campos de fútbol de su localidad es posible que se tope con situaciones similares a las que a continuación le narro después de observar durante diecisiete horas y treinta minutos (1050 minutos) partidos de chicos y chicas de entre diez y doce años de edad[1]: protestas, algunas de ellas francamente irrespetuosas, de entrenadores consagrados en la categoría hacia árbitros que en muchos casos son novatos en el oficio, y que en ciertas ocasiones la situación llega a ser tan crispada que el partido se suspende; chicos que al perder un partido abandonan el terreno de juego enfadados, sin despedirse del oponente e incluso que rechazan dar la mano al ganador del partido; aficionados que acuden a los partidos con micrófonos para animar, pero también protestar e insultar al árbitro y jugadores del bando contrario; o deportistas que tras marcar un gol realizan gestos irrespetuosos y provocadores hacia jugadores y aficionados del otro equipo, y que como consecuencia de ello los familiares que se sienten aludidos piden disculpas al entrenador oponente.

¿El deporte federado es educativo?

El deporte por sí mismo no es educativo, sino que el tratamiento que se haga de él lo hará un medio para la formación o deformación de la persona. En la educación formal el maestro o profesor de educación física es la figura que ha de velar por el cumplimiento de la legislación vigente plasmada en el currículo que le guiará para dar forma, según su contexto, a una programación de aula metódicamente diseñada con un fin prioritario: educar a través del movimiento.

Desde la educación no formal el campo de la actividad física y el deporte adquiere diferentes nombres, según el tipo de finalidad que tenga el practicante: función saludable, agonística, relacional, moralizadora, estética, comunicativa, hedonista, compensación, anatómico-funcional. En el caso particular de la iniciación deportiva al fútbol el responsable de la enseñanza de esta disciplina es el técnico deportivo, que a través de la planificación deportiva se centra en la enseñanza de habilidades específicas orientadas al logro deportivo.

A pesar de que ambos colectivos parten de centros formativos diversos: universidad, ciclo formativo o escuela de entrenadores, todos inciden en la formación del mismo colectivo, que en el caso de la categoría alevín son chicos de entre diez y doce años de edad. El niño en este período se encuentra a caballo entre la primera toma de contacto con el deporte y el deporte especializado, tiene buena capacidad para tratar información y de aprendizaje, y su estructura esquelética aún se encuentra en plena maduración[2].

El joven futbolista tiene derecho a practicar deporte, a ser entrenado por técnicos cualificados, a ser tratados y respetados con dignidad, a ser educados como niños y no como hombres. Sin embargo, la situación actual dificulta el buen complimiento de estos derechos, principalmente por dos motivos: el primero, la falta de apoyo económico que reciben las escuelas deportivas para formar y reconocer el buen quehacer de los técnicos deportivos, y en segundo lugar, el interés cada día mayor por una especialización temprana que haga a las entidades deportivas más competitivas. La iniciación deportiva al dar el salto al ámbito federado e inscribirse en una competición regular abandona su condición educativa para orientarse en el rendimiento. Pasa a ser dependiente del resultado obtenido cada fin de semana y del estatus que le otorga la tabla clasificatoria. El deporte base que utiliza la competición como medio educativo ha de equilibrar formación y rendimiento: un deportista que compite difícilmente puede subsistir prescindiendo del resultado, pero a la vez no ha de convertirse en su única meta. ¿Dónde está el límite? ¿Es justo hacer de nuestro modelo de iniciación un deporte ideado para adultos pero practicado por niños?

El fútbol base debería ubicarse en el deporte educativo, centrado en formar al jugador con una perspectiva de futuro, centrado en una educación integral de la persona, tanto a nivel cognitivo, emocional, social, como comportamental. Valorar al jugador como persona en la que la formación en valores, hábitos saludables y desarrollo intelectual adquieren vital importancia; analizar la potencialidad de cada deportista y considerarlo como un proyecto de futuro[3].

Juego limpio y deportividad

El juego limpio y la deportividad provienen del término anglosajón “fair play”. Sintetiza el código ético en el deporte. Integra valores relacionados con la ética individual y social.

  1. a) Valores de ética personal: A diferencia de lo que pueda entenderse desde la sabiduría popular, la cultura de juego limpio y deportividad no promulga la formación de jugadores/as débiles, preocupados por crear buenas relaciones y despreocupado por el resultado en sí. El fair play supone tener una actitud de entrega total durante el juego, ¡dar lo mejor de uno mismo durante el encuentro! Realizar el máximo esfuerzo, solventar los errores sin perder la concentración en el juego y la capacidad de superarse.

Por tanto no está reñida con la competitividad, la incluye pero con ciertas premisas. En primer lugar, desde el reconocimiento de los propios errores en un intento por mejorar. En segundo lugar, entendiendo que el éxito deportivo no ha de traducirse exclusivamente en victoria, sino que enseña a realizar una lectura completa del juego, que valora el esfuerzo y la superación personal, se preocupa por analizar el nivel de juego desarrollado y aprecia las relaciones amistosas establecidas con compañeros y oponentes. Y en tercer lugar, propone practicar deporte desde el simple disfrute por el juego, desde una perspectiva altruista en la que la diversión por el juego es un valor en sí mismo.

  1. b) Valores de ética social: se entiende por juego limpio respetar las normas del juego, a los adversarios y al árbitro. Un respeto que se limita a ceñirse a jugar bajo las normas evidentes de cada régimen disciplinario, como son el rechazo por cualquier acto violento. El fair play va más allá, se refiere a comportamientos caracterizados por el principio de justicia para todos, que supone ser honesto en todo momento del juego y velar por el cumplimiento de las normas aun suponiendo un prejuicio para mi equipo. Se trata de una norma voluntaria y no impuesta, que lleva al jugador a nunca fingir una falta con el fin de: parar el juego cuando va por delante en el marcador, agravar la sanción del jugador que ha sido objeto de la falta, o generar una situación clara de gol, como es un penalti.

El juego limpio incluye no sólo el principio de honestidad, sino la defensa por el cumplimiento de la justicia para todos, sea o no beneficioso para los intereses personales. Son pocos los deportistas que promuevan el juego limpio de este modo, entre éstos destaco a Miroslaw Marian Klose (Werder Bremen, 2004-2005), que se negó a lanzar un penalti por entender que no lo fue, y Daniele De Rossi (La Roma, 2005-2006), que pidió al árbitro que anulase un gol por haberlo marcado con la mano.

En una tercera dimensión, entendemos la deportividad como un interés por maximizar la experiencia agradable de todos los participantes. No se trata de que el deportista sea simplemente justo y honesto sino que su comportamiento en el juego favorezca un clima positivo. Una de las medidas tomadas recientemente ha sido el apretón de manos antes y después del partido (cordialidad), que a pesar de su valor, no tiene sentido si se toma como una imposición y no se ejerce desde el libre convencimiento. Es dudosa su eficacia cuando observamos como concluyen partidos en los que no existe una mínima despedida entre jugadores o entrenadores.

La necesidad de conceptualizar el término deportividad ha llevado a numerosos autores a aportar clasificaciones que recojan los valores que integra. En relación con la ética social en el deporte diferenciamos[4]: convecciones sociales, respeto a los árbitros y las normas del juego y respeto a los oponentes. Por consiguiente el juego limpio contiene: felicitar y reconocer el buen juego del adversario (humildad, caballerosidad), preocuparse por el jugador lesionado (ayuda), dar la mano al otro jugador después de hacer una falta (disculparse), tener una actitud digna tanto en la victoria como en la derrota (saber ganar y perder), e incluso, alegrarse con la victoria del otro por entender su esfuerzo y competitividad durante el encuentro (admiración).

 

Estudio exploratorio.

Se analizó a través de técnicas observacionales las conductas de fair play de 30 equipos de fútbol alevín pertenecientes a la Federación Gaditana de Fútbol. Los resultados revelaron entre otros datos[5]: 1. Que los entrenadores eran el colectivo que más sanciones recibía. 2. Los jugadores no solían tener una actitud pro deportiva con el oponente durante y al finalizar los encuentros. 3. La principal conducta antideportiva se vinculaba con el árbitro, al protestarle o tratar de engañarle.

  1. Metodología

Se diseñó un programa de intervención destinado a la mejora de las orientaciones hacia la deportividad adaptado al fútbol alevín. Para valorar la eficacia del programa se recurrió a un estudio cuasi-experimental con medidas pretest y postest en contextos reales. En el estudio intervinieron 184 participantes que se dividieron en dos grupos (experimental y control). Para valorar la homogeneidad de la muestra se empleó el estadístico U Mann-Whitney. Las variables del estudio fueron: 1.V. Dependiente: orientaciones hacia la deportividad. 2. V. Independiente: programa de intervención. 3. Socio-demográficas: edad, condición socioeconómica de la familia de origen y rendimiento. 4. Extrañas: influencia de los medios de comunicación, familiares, entrenadores, amistades y otros clubes. Con el fin de valorar la influencia que podían ejercer las variables socio-demográficas se realizó un estudio correlacional llegándose a la conclusión de que éstas no afectaban en el estudio (Lamoneda, 2014)[6].

La investigación se llevó a cabo entre los meses de abril de 2011 y abril de 2013. El procedimiento incluía una fase previa, en la que se diseñaría el programa y manual de juego limpio y una de intervención, que a su vez se dividió en dos períodos. En el primero, se establecieron reuniones con directivos y entrenadores, se solicitaron permisos legales a los responsables legales de los participantes y se formaría a un grupo de monitores colaboradores en el programa. En el segundo período, se partió de una evaluación inicial, presentación del programa a los participantes, intervención de diez semanas de duración y evaluación final.

Los contenidos de enseñanza partían del estudio del concepto fair play basado en el análisis de Vallerand, Brière, Blanchard y Provencher (1997)[7], el cual establecía una perspectiva multidimensional del término que incluía: compromiso con la práctica deportiva, convecciones sociales, respeto al árbitro y respeto al oponente. Para la secuenciación de los contenidos de enseñanza se siguió el Programa de Responsabilidad Personal y Social de Donald Hellison[8].

 

Tabla 1. Síntesis del programa de intervención destinado al fomento del juego limpio en el fútbol base.

Niveles del programa Nº y título de la sesión Objetivos principales
1. Establecimiento de un clima de confianza 0. Presentación 1. Presentar el programa.

2. Conocer el grupo.

3. Crear un buen clima de trabajo.2. Respeto1. Juega limpio: rechaza la violencia1. Respetar a otros jugadores: faltas, agresiones físicas/verbales- insultos, aceptar disculpas.

2. Dar la mano al jugador al que le has hecho falta.

3. Respetar al entrenador.2. Juega limpio: respeta al árbitro1. Respetar al árbitro. No discutir, insultar, protestar las decisiones tomadas por el árbitro. Dirigirse a él con cortesía.

2. Colaborar con el árbitro: reconocer las faltas levantando la mano.

3. Aprender a ser un buen jugador y aficionado.3. Juega limpio: se honesto1. Jugar con limpieza para ganar con dignidad.

2. Proponerse ganar sin hacer trampas: no perder tiempo, fingir una falta / lesión, parar el juego a través de faltas intencionadas…

3. Reconocer las faltas: levantar la mano para avisar al árbitro.3. Esfuerzo4. Juega con la máxima intensidad1. Asistir con regularidad en el entrenamiento.

2. Mostrar una actitud de entrega total en el entrenamiento y en la competición.

3. No rendirse nunca aun después de cometer muchos errores o cuando la remontada sea muy complicada. ¡Animar siempre!5. Valora la derrota1. Reconocer los errores y buscar maneras para mejorar.

2. No justificar la mala actuación por errores de compañeros o del árbitro.

3. Utilizar la derrota como plataforma de lanzamiento hacia la mejora, no como fuente de frustración y abandono deportivo.6. Resultados a largo plazo1. Rechazar el éxito inmediato, saber esperar.

2. Fomentar hábitos de vida saludable como clave del éxito futuro.7. Deporte amateur – espectáculo1. Valorar el esfuerzo y buen juego eliminando la idea de que ganar es lo único que importa en el fútbol.

2. Desarrollar actitudes de entrega generosa, altruista y humilde.4. Cortesía8. Ser un buen ganador1. Tras la victoria: mostrar respeto hacia el otro equipo.

2. Reconocer el buen juego del contrario animando al perdedor.9. Ser un buen perdedor1. Gane o pierda: dar la mano siempre al finalizar el partido 1. 2. Reconocer el buen juego del oponente y felicitar las buenas acciones del otro equipo. 

5. Ayuda 

10. Cordialidad

 1. Desear un buen   partido al otro equipo dando la mano al empezar (cordialidad).

2. Atender al jugador lesionado: tirar el balón fuera, interesarse por él (ayuda).

3. Ser generoso con los demás (prestar material deportivo).

4. Reaccionar ante actuaciones injustas (actitud crítica).

 Elaboración propia.

 

El modelo de intervención siguió un estilo de enseñanza basado en la pedagogía de compromisos. A los participantes se les citó, siempre que fue posible, el primer día de la semana y en el vestuario del equipo. Era interesante que fuese el primer día de la semana para analizar si habían puesto en práctica el compromiso durante la competición. Además, para garantizar la concentración de los chicos se requería de una instalación cómoda, conocida por ellos y que evitase distracciones, como eran los vestuarios.

La estructura de cada sesión la constituía: una exposición del contenido a trabajar, un tiempo de reflexión y la adquisición de compromisos. A cada sesión le sucedía la aplicación práctica en la que el técnico se comprometía a realizar un seguimiento de los compromisos adquiridos durante los entrenamientos posteriores y en competición. Una semana después, al comenzar la siguiente sesión se procedía a valorar los compromisos. Para abordar la primera fase de intervención se recurrió a técnicas de enseñanza directivas (inculcación de valores) e indagativas (desarrollo del juicio moral). La técnica de inculcación de valores consiste en llegar a la reflexión a partir de un discurso fundamentado por parte del técnico deportivo en el que incluyen modelos de buen deportista. Dentro de las técnicas de desarrollo del juicio moral se utilizó: el comentario crítico de textos (comprensión crítica) y los diálogos clarificadores: hojas de valores, frases inacabadas y preguntas esclarecedoras (clarificación de valores).

A raíz de este trabajo se elaboró un “fichero de recursos para educar en valores a través del deporte”[9]. El objeto de este escrito fue ofrecer a técnicos deportivos, monitores de ocio y tiempo libre, docentes especializados en educación física y tutores de centros escolares una herramienta de trabajo que facilite el ejercicio de su profesión como educadores. Para lo cual, se aportaron: dinámicas de presentación, conocimiento del grupo, juegos que favorecen el contacto físico entre participantes, juegos que estimulan la confianza, juegos para mejorar la comunicación, juegos de dramáticos, de distensión, juegos para el trabajo del autocontrol, dinámicas de resolución de conflictos, dilemas morales, textos de reflexión, juegos cooperativos, retos físicos, juegos y deportes alternativos y actividades para promover la ayuda.

Para valorar la eficacia del programa se utilizó como instrumento de evaluación la versión modificada en este estudio de la Escala Multidimensional de Orientaciones hacia la Deportividad[10].

Para el análisis estadístico se recurrió al paquete informático SPSS 20.0 para Windows. Se analizó la normalidad de la muestra a través de la prueba de Kolmogorov-Smirnov. El tratamiento estadístico nos orientó a recurrir a pruebas no paramétricas como el test de Wilcoxon y Test exacto de Fisher´s.

 

  1. Resultados

Tras diez semanas de intervención podemos decir que aquellos jugadores que participaron en el programa de educación en valores mejoraron de forma significativa sus orientaciones prodeportivas respecto al control. Los resultados así lo corroboran:

En primer lugar, atendiendo a un mero análisis descriptivo podemos comprobar cómo al concluir el estudio los jugadores del experimental obtuvieron trece ítems con valores positivos (M > 4) y el control tan solo cuatro (figura 1).

 

 Valores positivos en post test

Elaboración propia.

 

Si recurrimos a un estudio de los porcentajes de jugadores que se pronunciaron favorablemente al finalizar la temporada comprobamos como el experimental superó a su homólogo en diecisiete ítems a doce. Al analizar los ítems con puntuaciones inferiores a 4, que supondrían problemas de deportividad, puede observarse como aunque ambos grupos partían de valores similares (experimental once y control trece), evolucionaron de forma dispar: el experimental redujo los valores a ocho y el control los incrementó hasta diecisiete (figura 2).

 Figura 2. Evolución de valores negativos.

Evolución de valores negativos

Número de ítems con puntuaciones inferiores a 4 (“se corresponde conmigo”).

 Elaboración propia.

Análisis intra-grupo

Los jugadores alevines asignaron puntuaciones más altas a factores relacionados con la ética “personal” que “social”.

En el grupo experimental se aprecia una mejora significativa en las dos dimensiones que componen la escala. Por su parte, en el grupo control, no se hallaron diferencias en los factores “personales” y sí en los “sociales”, en los que la tendencia fue decreciente (tabla 2).


Tabla 2. Descriptivos y test de Wilcoxon para las 2 dimensiones de la MSOS-F

Análisis Intra-grupo Experimental Control
Pretest Postest P Pretest Postest P
1. Personales 4,22

(±0,59)4,42

(±0,49),008*4,05

(±0,67)4,09

(±0,64),2272. Sociales3,16

(±1,02)3,82

(±0,76),000*3,39

(±0,89)2,97

(±0,81),000*

Elaboración propia.

Nota: Se presentan valores promedios y desviación típica. Respuestas en escala tipo Likert con rango de 1 a 5, siendo 1, “no se corresponde conmigo en absoluto”; 3, “se corresponde en parte” y 5, “se corresponde exactamente con migo”. Estadístico utilizado: prueba de Wilcoxon.

 

Análisis inter-grupo

Como podemos observar en la tabla 3, los jugadores del grupo experimental mejoraron significativamente más que su homólogo tanto en valores de ética “personal” como “social”. Esta mejora también se ve reflejada en los sujetos que pasaron de una posición contraria a la deportividad a favorable para valores de ética “social”.

Tabla 3. Test exacto de Fishers´s para las 2 dimensiones de la MSOS-F

Inter-grupo Mejora Evoluciona Involuciona
Experi-mental Control P Experi-mental Control P Experimental Control P
1. Personales 31,96 29,85 ,036* 17,05 14 ,805 10 18,92 ,207
2. Sociales 37,11 23,07 ,032* 20,57 8,39 ,041* 11,77 23,36 ,103

Elaboración propia.

Nota: Datos expresados en porcentajes (%). Estadístico utilizado: test exacto de Fisher´s. “Mejora”: sujetos que incrementan sus puntajes. “Evoluciona”: pasar de puntuaciones negativas o neutras (1,2,3) a positivas (4,5).“Involuciona”: pasar de valores positivos (4,5) a negativos o neutros (1,2,3).

  1. Implicaciones prácticas. Del estudio estadístico realizado se aportara las principales implicaciones prácticas que pueden guiar futuras investigaciones.

Orientaciones para la promoción del juego limpio

 El valor educativo del fútbol federado está en su tratamiento, principalmente en el clima motivacional, clima ético o atmósfera moral que respire el jugador/a. En su constitución el principal responsable es el entrenador. Entre las actuaciones adversas a la deportividad mencionar: permitir que en el equipo se produzcan injusticias, generar excesiva presión en el deportista para obtener buenos resultados, seleccionar a los mejores, enseñar a niños como adultos o dirigirse al deportista de forma irrespetuosa. Y como medidas prodeportivas: ser sistemático en la planificación deportiva, incluir tiempos de reflexión, favorecer que todos los integrantes del grupo se respeten y se sientan parte del equipo, tener un trato cercano con familiares que argumente las líneas de trabajo del club, garantizar que durante la competición todos jueguen (establecer como norma que cada deportista convocado tiene derecho a un tiempo mínimo de juego durante la competición e incluso al mismo tiempo que el resto), o actuar drásticamente ante comportamientos antideportivos aun poniendo en peligro el resultado del encuentro (ante una conducta como faltar el respeto al colegiado de un deportista prioritario en el equipo sacar del terreno de juego al deportista).

En este clima motivacional también es interesante controlar otros factores como la grada y familiares, fundamentalmente durante el desarrollo de la competición de modo que se garantice una atmósfera moral adecuada para el deportista. En este sentido, es interesante rescatar la aportación del programa británico “Respect”[11] que plantean medidas concretas para asegurar un buen ambiente de juego: separar la grada del terreno de juego, acotar una zona para aficionados o establecer que solo un jugador sea el que se dirige al colegiado.

El entrenador, al menos en la categoría alevín, es una figura respetada y que ejerce una gran influencia sobre sus deportistas. Por este motivo, se orienta a que los técnicos en primer lugar, a que tomen conciencia de que son un modelo enormemente influyente en el deportista, para que en segundo lugar, esto les lleve a orientar su intervención de cara a la mejor formación del deportista. Entendemos que en el deporte base es clave priorizar la formación integral del deportista por encima de cualquier otra meta y que la medida más eficaz para ello es ser buen ejemplo en el trato con oponentes y árbitro.

Se orienta a incluir contenidos de educación en valores en las planificaciones deportivas que favorezcan el desarrollo moral desde el punto de vista personal y social: valores que incidan en la mejora del rendimiento del equipo (autocontrol, cohesión, esfuerzo o superación), en dar una buena imagen del equipo (cortesía con el oponente o respeto al colegiado) y que apuesten por una formación humana del jugador (ayuda, solidaridad, honestidad).

Ha resultado beneficioso incorporar en las planificaciones deportivas un tratamiento de educación en valores con una periodicidad semanal en la que: 1. El entrenador principal del equipo acepte de buen agrado el tratamiento y se comprometa a realizar un seguimiento del mismo en distintos momentos de juego (entrenamiento y competición). 2. Recurrir a diferentes estrategias para el desarrollo moral: modelado, clarificación de valores, desarrollo del juicio moral, desarrollo de competencias auto-reguladoras o la comprensión de temas moralmente relevantes. 3. Seguir un procedimiento sistemático que incluya fundamentalmente cuatro fases: concienciación, compromiso, acción y revisión de compromisos.

El compromiso del técnico en el programa permitió superar barreras reales en la promoción de la deportividad cómo son la influencia los agentes de socialización del futbolista: padres, oponentes, entrenadores o medios de comunicación. El clima motivacional generado en el seno de un equipo reveló una fuerte influencia en el deportista. Así, la filosofía deportiva de un técnico que transmite y que sus pupilos exportan en los terrenos de juego es asumida por futbolistas que se incorporan en el equipo durante la temporada. Éstos asumen la filosofía de juego del equipo para formar parte de él, a pesar de que su trayectoria pasada fuese contraria. Por tanto, los valores colectivos ejercen una fuerte influencia en los valores individuales absorbiéndolos en muchos casos.

Se ha observado también como el arraigo de valores de un colectivo permiten superar situaciones que se oponen al buen desarrollo de un programa como el comportamiento del oponente. En nuestro caso, al concluir los encuentros se establecía como norma ser cortes con el oponente y en el caso de ser ganador valorar al oponente. Uno de los participantes en el programa reconocía que había tratado de poner en práctica ese compromiso pero el jugador del equipo contrario se negaba a darle la mano. Durante la reunión posterior al encuentro se expuso esta problemática y las soluciones que propusieron los participantes fueron: 1. Seguir con el planteamiento propuesto aun sabiendo que el oponente en algunos casos no las acepte ya que entendemos que son positivas. 2. Incluir en una web de referencia como es “la preferente” comentarios que promuevan la deportividad con el fin de exponer al resto de equipos el esfuerzo que hace nuestro grupo para promover el juego limpio, para fomentar el respeto y animar a otros a que se unan a la propuesta.

Uno de los principales logros del programa fue el haber llegado a diferentes realidades socioeconómicas y culturales. Entre los participantes se encontraban equipos pertenecientes a clubes ubicados en barrios denominados por estudios estadísticos de la localidad “en riesgo de exclusión social”. Tras el tratamiento realizado comprobamos cómo la evolución de estos era similar a los de otras realidades sociales.

Para los entrenadores que siguieron el programa formativo les resulto interesante la inclusión de contenidos de juego limpio en esta edad ya que entendían que era un contenido que podía enseñarse de la misma forma que hacían con los contenidos específicos del fútbol como el reglamento o aspectos técnico-tácticos. Una de las propuestas de mejora fue: que aun reconociendo que el programa era bastante completo en cuanto a temática, les resultó demasiado denso. Entendían que sería bueno tratar cada contenido de forma más paulatina, no tratando cada semana un contenido diferente, sino incluyendo sesiones de repaso para afianzar los conocimientos.

Algunos técnicos reconocieron que existían contenidos de del programa como “no hacer trampas” que les resultaba complicado tratar con sus futbolistas ya que consideraban que “formaban parte del juego”.

A pesar de los beneficios estadísticamente demostrados del programa, sería interesante indagar en futuras investigaciones hasta qué punto es posible mejorar el razonamiento moral del jugador. Si un programa destinado a la mejora de las orientaciones hacia la deportividad llega a modificar la escala de valores del participante o tan solo a orientar su conducta por agradar al técnico o respetar una norma establecida en el club. Es decir, si es posible dar el salto de un estadio de desarrollo moral pre-convencional a convencional o post-convencional[12].

Deporte competitivo vs. deporte educativo.

Existen argumentos sólidos que justifican cómo la competición genera en el deportista un interés por ir orientando su motivación hacia la victoria y cómo esta orientación le lleva a ser más propenso a cometer conductas antideportivas (Teoría de las Metas de Logro, Nicholls[13] y Teoría de la Autodeterminación, Ryan y Daci[14]). Por consiguiente, si prescindimos de un tratamiento educativo, la tendencia del jugador y entrenador inevitablemente será a empeorar su comportamiento moral. De ahí la importancia que cobra el tratamiento moral en las Escuelas Deportivas: sin él difícilmente podremos decir que educamos a través del deporte.

 

Ahora bien, siguiendo planes específicos de educación en valores se ha descubierto cómo rendimiento y deportividad dejan de ser antagonistas y parecen seguir un mismo camino. El deseo de ganar y con ello de ofrecer el máximo esfuerzo se cumplimenta con ser al mismo tiempo un deportista cortés con el oponente, respetuoso con el árbitro y atento a las necesidades del otro jugador. Esta afirmación sin embargo tiene una salvedad, el deportista que orientado hacia el éxito y ha sido educado para mejorar su deportividad no logra sin embargo traspasar fronteras cómo la honestidad. Resulta complejo tener un fuerte deseo de alcanzar la victoria tener la valentía de reaccionar ante una situación injusta para el oponente que beneficia los propios intereses personales.

  1. Conclusiones

Primera. La aplicación de programas que fomentan la mejora de las orientaciones hacia la deportividad en el fútbol alevín resultan claramente beneficiosas para el deportista, fundamentalmente, y en este orden: la cortesía con el oponente, la ayuda al jugador lesionado, el control emocional para afrontar el error con deportividad y el respeto al árbitro. Sin embargo no se llega a mejorar la honestidad en el deportista.

Segunda. No es necesario realizar un tratamiento específico para mejorar el compromiso del jugador ya que se trata de un aspecto muy trabajado en el fútbol debido a la presión que se ejerce en el jugador desde diferentes medios: grupo de iguales, familia, entrenadores, medios de comunicación.

Tercera. Es posible mejorar factores de ética personal y social. Por tanto, tener interés por ganar y para ello transmitir el máximo esfuerzo no es contrario con ser un deportista correcto con el colegiado y atento a las necesidades del oponente.

Cuarta. La tendencia natural del jugador con el que no se trabaja la educación en valores es a ir deteriorando su comportamiento. Por tanto, el empleo de programas formativos que cumplimenten el trabajo físico del deportista resulta crucial para preservar al fútbol y poder decir que es un medio real para educar en valores.

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[6] Lamoneda, J. (2014). Factores determinantes de la deportividad en el fútbol alevín gaditano. VII Congreso Internacional de la Asociación Española de Ciencias del Deporte. Cáceres, España, 13-15 de Noviembre.

[7] Vallerand, R.J., Brière, N.M., Blanchard, C., & Provencher, P. (1997). Development and validation of the multidimensional Sportspersonship orientations scale. Journal of Sport and Exercise Psychology, 19, 197-206.

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