MUJER Y ACTIVIDAD FÍSICA. DEL CUERPO ESCONDIDO AL CUERPO LIBERADO.

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MANUEL VIZUETE CARRIZOSA

Maestro de Enseñanza Primaria – Licenciado en Educación Física – Licenciado en Geografía e Historia – Doctor en Historia Contemporánea. Catedrático de Universidad. Líneas de Investigación: Didáctica de la Educación Física. Producción Materiales Didácticos para la Educación Física Escolar. Historia y Filosofía del Deporte y de la Educación Física. Formación del Profesorado de Educación Física. Fundador de La European Union Physical Education Associations (EUPEA) Comité de Expertos del Consejo de Europa (EF, Deporte Escolar y Deporte para Jóvenes) Coordinador del Foro Hispanomexicano.

AMALIA GRAGERA ALONSO

Diplomada en Magisterio, Licenciada en Bellas Artes y Doctora por la Universidad de Extremadura.  Ha impartido la docencia en todos los niveles del sistema educativo. En la actualidad es Profesora  y Directora de la Escuela de Artes y Oficios “Adelardo Covarsí” donde desarrolla su labor como profesora de pintura. Perteneciente al Grupo de Investigación EFIDEX, desarrolla lineas de investigación sobre el estudio y autoría de las obras de arte y sobre la motivación para el aprendizaje del arte en la edad adulta.

MUJER Y ACTIVIDAD FÍSICA. DEL CUERPO ESCONDIDO AL CUERPO LIBERADO.

RESUMEN

Objeto de culto unas veces, simbología viviente en otras, la mujer ha sido objeto de una especial atención, celo y condena a lo largo de la historia de la humanidad. Especialmente las tres grandes religiones monoteístas, han sido especialmente duras con la existencia y con el desarrollo de la mujer. Un camino que comienza con las culturas de la edad antigua, con la reclusión e gineceos, primero, y en harenes más tarde, con un arraigo tan fuerte en el ámbito de lo religioso, cultural y familiar, que ni siquiera las grandes revoluciones y movimientos emancipatorios de los siglos XVIII, XIX y XX han conseguido erradicar, y que ya entrado el siglo XXI siguen siendo una cuestión a resolver en gran parte del mundo.

El presente trabajo traza un itinerario histórico desde el cuerpo escondido al cuerpo liberado, de la mujer, con la idea de abundar en las explicaciones del estado y el status femenino, hasta nuestros días, con especial referencia a la cultura hispana, y tomando como base la Hispania de las tres culturas.

Palabras Claves: Mujer, Cuerpo, Cultura, Actividad Física.

ABSTRACT
Cult at times, living symbols in others, women have had been given special attention, zeal and conviction throughout the history of mankind. Especially the three great monotheistic religions have had been especially hard on the existence and the development of women. A path that begins with the cultures of ancient times, with imprisonment at gineceos, first, and harems later, with such strong roots in the field of religious, cultural and family, not even the great revolutions and emancipation’s movements of the eighteenth, nineteenth and twentieth century’s couldn’t have had been eradicated, and as well as into the twenty-first century remains an issue to be resolved at many parts of the world.

This paper traces a historical itinerary from the body hidden to be released, a woman’s body, at the idea to elaborate the explanations of female state and status, until today, with a particular reference to the Hispanic culture, and basseted at the Hispania of the three cultures.

Keywords: Woman, Body, Culture, Physical Activity.

     Desde el firme convencimiento de que la mujer ha sido objeto de una especial condena ejercida sobre su imagen corporal y su expresividad desde el origen de los tiempos, procede  que realicemos un itinerario histórico que determine cuales son los orígenes, fundamentos y causas por las cuales la mujer, ha venido siendo, a lo largo de la historia, sujeto de diferentes ideas de educación y representación corporal en función de las necesidades, creencias y modos de entender la vida, normalmente establecidos por hombres, que históricamente, han determinado la educación, y la participación social y cultural de las mujeres.

     Dado nuestro enfoque, esencialmente orientado a la identidad hispánica, hemos de situar nuestro punto de partida en el momento histórico que define a los pueblos de cultura hispana como poseedores de tres culturas que conviven en armonía y tolerancia, compartiendo territorio, estado y monarca.

La mujer de las tres culturas

     Antes de entrar a definir el significado y el impacto de las pautas de educación establecidas en relación con la mujer, es preciso señalar que el resultado y la situación no es igual para todo el territorio peninsular, por cuanto, si bien la Castilla de Alfonso X es considerada como parangón de la convivencia pacífica de las tres grandes religiones monoteístas, no es menos cierto que en esta época el proceso unificador peninsular -no le queremos llamar reconquista- no está concluido, y aun cuando se concluye, los usos sociales costumbres y creencias son desiguales -lo siguen siendo hoy día- y como el tratamiento y representación establecido para la mujer en cada lugar y en cada caso, es sustancialmente diferente.  Hay que destacar que la consideración otorgada a la mujer por las tres religiones es ciertamente similar, con los matices propios que establecen las consideraciones religiosas que se tienen por cada una de ellas.

La mujer hispanocristiana.

     Existe una cierta similitud en cuanto a la consideración que de la mujer cristiana que se tiene en los reinos hispanos, con la que se tiene en los otros reinos, igualmente cristianos allende el pirineo, en este sentido, la consideración vendría dada por la doctrina de los padres de la Iglesia; así, y tras la contradicciones de S. Pablo que después de afirmar que: «no hay varón ni mujer porque todos sois uno en Cristo” -Gálatas III, 28 -, dice más adelante:

…el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios, pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón…

…para terminar no aclarando en un perfecto un galimatías diciendo precisamente, que:

…pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer, pero todo procede de Dios  (Corintios, XI, 7-9, 11-12)

     Como señala Adeline Rucquoi en su obra Quaestiones in Heptateuchum:  «Pero en el orden natural requiere que la mujer sirva al hombre, ya que es justicia que el más débil sirva al más fuerte” ( p.153).   Esta confusión se acentúa aún más en los Padres de la Iglesia que terminan como S. Agustín admitiendo que aunque hombre y mujer han sido renovados por la gracia divina. El santo acaba concluyendo, en relación con el papel del marido como dueño y amo, dominus, que la mujer es la sirvienta ancilla ya que:

…Así como en el alma humana hay una parte que manda por la reflexión y otra que se somete y obedece, del mismo modo la mujer fue creada físicamente para el hombre; sin duda tiene una mente y una inteligencia razonable semejantes a las del varón, pero su sexo la coloca bajo la dependencia del sexo masculino  (Confesiones, XIII, 32)

     Aun cuando podría aducirse que esta podría ser una teoría exclusiva del horizonte cultural transpirenaico, el problema se comparte al analizar los escritos de S. Isidoro de Sevilla, uno de los referentes más importantes de la cultura cristiana en la Hispania Medieval, el sevillano, refiriéndose en sus Etimologías a Eva dice: «Eva puede interpretarse como vida, calamidad o ay de ti. Vida porque fue el origen del nacer; calamidad o ay de ti  porque por su prevaricación es la causa de la muerte. Su nombre calamidad lo tomó derivado de caer.» Igualmente escribe en sus Etimologías, que:

El nombre del varón (vir) se explica porque en él hay mayor fuerza (vis) que en la mujer; de aquí deriva también el nombre de la virtud, o tal vez porque obliga a la mujer por fuerza. La mujer -mulier- deriva su denominación de mollities, dulzura, como si dijéramos mollier… la diferencia entre el hombre y la mujer radica en la fuerza y en la debilidad de su cuerpo. Es mayor en el varón y menor en la mujer la fuerza.

     De  nuevo, Adeline Ruquoi, lo expresa como una resultante del miedo a la mujer, desembocante en una clara consecuencia de inferioridad jurídica respecto al varón ya que, el derecho civil en esta época está siempre supeditado al canónico. Así, y centrándonos en la realidad hispana, será posible leer en Las Partidas las condiciones que ha de reunir la mujer que haya de casarse con el rey, sin duda arquetipo de lo que en esta época se considera como el máximo de la calidad femenina[2]

     Una atenta lectura de lo exigible a la primera dama del reino, dejará completamente claro, sin lugar a dudas, que lo que se requiere es, ni más ni menos, que un buen pedigrí, por ello no debe extrañarnos la calidad de res que se le atribuye a la mujer cuando en la Ley IIa. del título XIV de la Partida IV en el que se establece «Quién puede haber barragana, et en qué manera», señalándose que:

Comunalmientre, segunt las leyes seglares mandan, todo home que non fuese embargado de orden o de casamiento, puede haber barragana sin miedo de pena temporal, solamiente que no la haya vírgen, nin sea menor de doce años, nin tal vibda que viva honestamiente et que sea de buen testimonio.

     Si tenemos en cuenta la vigencia de las Partidas como base del derecho en España, y lo dilatado de la vigencia de las mismas, tendremos una idea clara de cuál era la posición que durante siglos ocupó la mujer en nuestra cultura desde una concepción o punto de vista cristiano.

 La mujer hispano musulmana

     Se tiene, comúnmente, una idea de vida en reclusión forzosa en lo que respecta a la existencia llevada por la mujer hispano musulmana, y aun cuando esto es en cierto modo verdad, no lo es menos el hecho de que la vida que llevaban judías y cristianas no era en absoluto diferente. Merece la pena, traer aquí el retrato que el maestro Claudio Sánchez Albornoz traza de la mujer hispano musulmana, de la que dice:

De niña la mujer musulmana permanecía en el harén bajo la custodia de su madre y solo rara vez, cuando vivía en una gran ciudad, frecuentaba la escuela, mientras no era núbil. Al llegar a serlo, comenzaba su vida de apartamiento y de misterio. Su padre o su tutor la casaban con quien no conocía antes del casamiento. El matrimonio era un contrato puramente civil y si, casada era persona sui juris, sus casi teóricos derechos no le compensaban de la tortura de compartir el amor y la fortuna del marido con las otras mujeres legítimas que la ley coránica le autorizaba a mantener.

El divorcio estaba regulado en favor del esposo.  Este, si su riqueza se lo permitía podía poseer el número de esclavas que gustase. Eran ellas compradas y vendidas libremente en los tristes mercados de seres humanos. Objetos de placer para sus amos, califas o magnates, alegraban sus orgías o sus fiestas; algunas lograban encender sus pasiones y adueñarse de sus corazones y de sus bolsas, y hasta, en ocasiones, llegaban a influir en la vida política a través de sus señores.  A las veces el amor o el deseo movían a las mujeres musulmanas a burlarse de las rigideces de la ley y, con la ayuda de las celestinas de la ciudad, se entregaban en brazos de rendidos amadores. Los poetas cantaron a sus amantes o a las favoritas de los príncipes………..Algunas islamitas se ganaban la vida copiando coranes y libros de versos -consta que en el arrabal oriental de Córdoba había en época califal 170 mujeres copistas; otras, excepcionales, llegaron a adquirir la cultura necesaria para profesar la enseñanza, la medicina o el derecho o para ser secretarias o bibliotecarias y no faltaron, claro está, algunas poetisas [3]

     El juicio más crítico que puede encontrarse hacia la mujer hispano musulmana, es quizás el que expresa Ben Hazm, el cual tras asegurar que se había criado entre mujeres y haber concebido gran antipatía y pésima opinión sobre ellas, señala:

El espíritu de las mujeres está vacío de toda idea que no sea la de la unión sexual y de sus motivos determinantes, la de la galantería erótica y sus causas, la del amor en sus varias formas. De ninguna otra cosa se preocupan, ni para otra cosa han sido creadas.

     Más adelante y tras asegurar que siempre estuvo enterado de los secretos y de las confidencias de mujeres que acudían a él para contárselos o para consultarle, dice: «Si no fuera porque se trata de cosas feas que Dios prohíbe poner al descubierto, referir podría, en verdad, tales maravillas de la sagacidad y artes aviesas que para el mal poseen las mujeres, que dejarían atónito al más avisado”.[4]

     No deben inducirnos a error estas citas de Ben Hazm (994-1023) que para muchos es el creador del amor romántico, origen del sentimiento de platonismo en la literatura hispano musulmana, absolutamente diferente de las torpes imágenes orientales del placer sensual, y que Dozy pretende justificar por el origen hispano de Ben Hazm, descrito por Albornoz en lo que se refiere a su obra, como «un poético erotismo que constituye un islote brevísimo en medio del océano de la torpe sensualidad arábiga, para asegurar que:

Ben Hazm fue español hasta el cogollo del alma y la mujer ha alcanzado desde siempre una posición peculiar de señorío frente al hombre; siendo la escuela de Ben Hazm la que tras triunfar en Al-Andalus, pasa los Pirineos y engendra en Provenza el amor caballeresco, que no es posible enlazar con la teorías amorosas de Platón ni con los puros ideales cristianos. La sensibilidad exquisita y enfermiza de un español de excepción habría tal vez quintaesenciado, hasta trocarla en forma literaria, remotísimas concepciones hispanas de la relación amorosa entre hombres y mujeres. (Sánchez Albornoz- ob. cit.).

     Es importante que conservemos esta idea de la concepción de amor romántico de Ben Hazm, para poder entender la situación nuclear de la mujer hispana en distintos periodos históricos posteriores e incluso en la actualidad. Averroes (+ 1198), en una visión mucho más realista y evidentemente muy progresista para su época, propia de un filósofo, se lamentará diciendo:

Nuestro estado social no deja ver lo que de sí pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y amamantar a los hijos, y ese estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aquí por qué no se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales: su vida trascurre como la de las plantas, al cuidado de sus propios maridos. De aquí proviene la miseria que devora nuestras ciudades porque el número de mujeres es doble que el de hombres y no pueden procurarse lo necesario para vivir por medio del trabajo.[5]

La mujer hispanojudía

     La situación de la población judía en la España de las tres culturas viene a representar una posición de síntesis entre lo cristiano y lo musulmán, como la que representa la filosofía de Maimónides, entre Averroes y Santo Tomás. No es difícil imaginar la posición de la mujer judía tanto en su propia sociedad como en el contexto general hispano.  Es fácil seguir su pista en la literatura medieval española donde las alusiones a la cultura judía son constantes, bien de forma directa, o velada como en el caso de La Celestina donde se describe con gran exactitud el ambiente familiar judío.

     Es quizás en la sociedad judía donde la mujer debió adquirir una mayor notoriedad y, desde luego, un mayor peso específico en la unidad familiar; no se comprendería de otra manera la capacidad de supervivencia en medio de dos culturas antagónicas, en frecuente lucha, conviviendo con ambas, dentro de las dos, y alcanzando en cada caso posiciones de confianza y relieve. El papel de puente cultural entre lo cristiano y lo musulmán que lo sefardí representa, no puede entenderse sin el de guarda y custodia de la casa y de las tradiciones, que sin duda desempeñó la mujer judeohispana; rol que todavía es posible reconocer en la actualidad en las áreas donde la cultura judía estuvo más presente y que, probablemente, representa el legado más importante y la impronta más sobresaliente a la cultura y a la personalidad de la mujer hispana hasta nuestros días.

 Mujer cuerpo y contemporaneidad. El cuerpo liberado.

     Tras un periodo enormemente largo en el que las mujeres, con excepciones notables, mantuvieron una vida de recogimiento y de cuidado de la familia similar a lo descrito, empujadas por la ola de liberalismo y de revolución cultural que emana de la Revolución Francesa y los ilustrados, el siglo XIX saluda la preocupación por la educación corporal y la salud, conocida como la gimnástica higiénica, señalada como timbre de progresismo y modernidad. La configuración de la identidad cultural de la mujer hispánica está, no solo consolidada, sino que aparece como un sólido valor indiscutible en línea con los postulados de la Iglesia Católica, así los fusionistas sagastinos, defensores de la implantación de la gimnástica en España, defenderán su utilidad y la necesidad en lo que respecta a la mujer diciendo:

Y si es necesaria al sexo feo o guerrero no lo es menos al bello sexo, ya por las mejores proporciones y las más regulares formas que puede alcanzar su cuerpo en la época del desarrollo, ya por las funciones a que la llama la naturaleza misma. Además la fisiología demuestra la parte que corresponde a la madre en las nuevas generaciones, de modo que inútilmente tendréis hombres robustos si las mujeres no lo fueron también.[7]

     Mucho más técnicos se muestran los autores de la Cartilla Gimnástica Infantil publicada en España durante la Dictadura de Primo de Rivera en 1923, cuando tras defender que no debe haber diferencias esenciales entre los ejercicios al aplicarlos a uno u otro sexo, matizan:

Únicamente indicaremos, como observación general la conveniencia de disminuir en las lecciones de gimnasia para las niñas la intensidad de los ejercicios de suspensión y dedicar una atención especial y constante a aquellos otros como los abdominales, laterales, etc. que dirigen su acción al cinturón muscular que, debidamente tonificado, será el corsé natural que sustituya al corsé artificial, de formas inverosímiles, perjudiciales generalmente, sustitución beneficiosa en alto grado para las funciones que la naturaleza reserva a la mujer.[8]

    Más reciente, José Luis García Prieto que escribe sobre la dimensión social del Deporte en una obra publicada por el C.O.E. en Madrid en 1966, sostiene:

La mujer piensa, y con ella muchos educadores, que si el deporte contribuye a educar al hombre también puede hacerlo en su caso. El problema radicará en dosificarlo y metodizarlo para que no se masculinicen…Las diferencias entre el hombre y la mujer aconsejan unas orientaciones métodos y planes distintos en el deporte. El hombre tiene más fuerza que la mujer. Ella, en cambio, le aventaja en irritabilidad, afectividad, sensibilidad y emotividad. Las diferencias psíquicas y espirituales acentúan las corporales…

 Tras una nueva insistencia en el tema de la maternidad en su doble condición de espiritual y física, dice:

La coeducación de los sexos, en los deportes, es rechazable. Aquí, como en otras manifestaciones de la vida. Virilidad y feminidad necesitan un régimen distinto para que adquieran su perfecto florecimiento  (Stanley Hall).  Esa distinción entre uno y otro sexo debe traducirse, si no siempre en unos deportes distintos, si reglamentariamente diferentes.

     El autor refuerza su argumento recurriendo a la doctrina de la Iglesia en este sentido, y dice citando a Pio XII:

¿Es que no ven el daño causado por los excesos de ciertos ejercicios de gimnasia y de deporte que no convienen a jóvenes virtuosas?  La exhibición, competición en igualdad con el sexo opuesto, publicidad, etc., no es deporte, sino degeneración de este, que solo repulsa merece por atacar la modestia, la elegancia y la gracia femenina; como también es acreedor a la condena el sentimiento de gazmoñería, el falso pudor que es el “respeto humano”, el “qué dirán”, etc. que inhibe y coarta la iniciativa y el sano deseo de jugar y hacer deporte. La norma inequívoca de conducta está en el sistema que conduzca a Dios a través de cuerpo-espíritu-gracia.[9]

     Resulta obvio, cuan poco se había avanzado desde la vieja consideración de S. Isidoro. No es privativa de la Iglesia Católica esta visión desafortunada; Coubertín se opuso tenazmente a la participación de la mujer en los Juegos Olímpicos, defendiendo el carácter eminentemente masculino de los mismos desde la antigüedad, finalmente hubo de aceptarlo tras perder la votación del COI en los Juegos de Amberes, aunque siguió sosteniendo que la participación de las mujeres en los JJOO era ilegal.

     Llegados a este punto, hemos de plantearnos el modelo referencial en cuanto a lo filosófico-educativo de las actividades físicas en las culturas ibéricas e hispánicas en su proyección iberoamericanas, en las que se tiene como un nexo común o común denominador la Iglesia Católica.  Este reflejo es especialmente visible y destacado en las dos dictaduras peninsulares del siglo XX, en el que el poder y la influencia de la Iglesia, es lo que determina las bases filosófico-educativas, que en relación con la educación del cuerpo se llevan a cabo durante todo el periodo.  El exilio de la Compañía de Jesús en Portugal durante la II República Española, y el de muchos clérigos españoles durante la Guerra Civil, les permitirá conocer el desarrollo de los planteamientos ideológicos y educativos que, sobre la educación física, se desarrollan en el Estado Novo portugués entre 1936 y 1945, planteamientos estos, que en lo concerniente a aspectos de moralidad y de actitud ante lo corporal fueron, sin duda, el modelo a imitar; como señala Rui Gomes.[1]

Mente sana en cuerpo sano” que en salazarismo estricto querría decir: formación de consciencia  en y a través de la disciplina y sumisión de los cuerpos. El programa pasaba por la ruptura con las concepciones libertarias del republicanismo y con las instituciones impregnada de esta forma de ser. Pasaba también por la creación de instituciones que no dejasen lugar a dudas de la tutela del Estado, de los militares y de la Iglesia.  

     El poder de la Iglesia portuguesa en el Estado Novo produce una exacerbación de la moral puritana: se prohíbe hablar en público sobre cuestiones sexuales, se imponen reglas rígidas sobre la forma de vestir en las playas y en público, se limita de forma drástica la coeducación, y se condenan las demostraciones de hedonismo corporal.  Las actividades motrices espontáneas en la educación física, adoptadas por algunos sectores de la Escola Nova, son vistas con malos ojos, ya que la moral desarrollada en el Estado Novo, tiene un interés especial en el apagamiento del cuerpo femenino como forma de asegurar «una mejor herencia física y psicológica».  Se condena, exprofeso, a la gimnasia rítmica:[2] » por la idea de que desarrolla y ejecuta movimientos lascivos que anulan la voluntad y disminuyen la personalidad humana».

     Se prohíben los festivales públicos femeninos, así como las exhibiciones gimnásticas y las competiciones atléticas públicas en base a que: Son reprobados por la moral cristiana y no pueden admitirse en un país como el nuestro en el que la política del Estado Novo se asienta sobre sus preceptos y preconiza el regreso de la mujer al hogar».[3]

     La sintonía de estos planteamientos educativos en Portugal, por efectos de la comunicación y el poder de la iglesia española de la postguerra civil, tiene su paralelo en los referidos a la mujer española  donde queda claro  el común denominador de la doctrina de la Iglesia de los años cuarenta, que impone unas estrictas formas externas comunes para ambos países, en ese caso, y recogiendo lo aportado por los obispos portugueses, en España también se establece como preceptivo:[4]

…cuando así procedamos, cuidando del cuerpo sin perjuicio del espíritu, la educación física será humana, y contra ella nada tendrá que oponer la moral. Lo que la moral condena son las formas usadas en su ejecución, tales como por ejemplo:

– Hacer gimnasia o deporte con atuendos que ofendan la modestia y el pudor, bien por la desnudez que imponen, bien por su transparencia, e incluso, lo que es más frecuente, llevar además el atuendo demasiado apretado y excesivamente ajustado a las formas del cuerpo.

– Gimnasia en común para ambos sexos.

– Clase de gimnasia impartida por profesor del otro sexo.

– Igualmente merecen reprobación los movimientos que se asocian con actitudes licenciosas, e incluso el ritmo con el que puedan ser ejecutados.

     Es desde la sintonía política y desde la exigencia religiosa, a propósito de las formas externas, es desde la que hay que entender el contrasentido entre los planteamientos teóricos y la ejecución práctica de las actividades físicas peninsulares y su proyección iberoamericana durante gran parte del siglo XX ya que, no perdamos de vista, que existe una circulación permanente de clérigos e ideas religiosas en este contexto cultural y geográfico incluyendo lo educativo, lo que explica los anacrónicos y pintorescos atuendos que se imponen a las alumnas de los centros escolares servidos por la iglesia, los cuales, están muy lejos de las formas de entender y ejecutar las actividades gimnásticas en países de la órbita y cultura protestante de la época.

     La influencia de la Iglesia Católica y su moral corporal fue notable y permanente, especialmente en lo que respecta a la educación física y el deporte de la mujer iberoamericana, ya que los planteamientos educativos eran completamente confesionales, encontrando su traducción en la normativa educativa aplicable.

Desde el punto de vista de la pedagogía, la Educación Física es un punto principal para la educación general. El individuo se educa física, moral e intelectualmente. El cuerpo y el espíritu se desarrollan siguiendo un ritmo común, presentando particularidades y manifestaciones  propias a cada estado y toda desviación o predominio de una de las tres partes del todo que forma el organismo humano da un desequilibrio, y por tanto una anormalidad en el individuo.

La Educación Física está basada absolutamente en partes científicas… pero también puede ser considerada la Educación Física como un arte al ser obra de Educación.[5]

    Sin duda, la Guerra Fría, como en tantas otras cosas y, por supuesto la televisión, han hecho más por la liberación de la mujer y su imagen que los siglos de catequización y oscurantismos por mantenerla sujeta, aislada e inmóvil; la mujer honrada, la pata quebrada y en casa, es una expresión que ha pasado a la historia negra de  las mujeres y que afortunadamente, salvo brotes de machismo anacrónico que siguen resistiéndose a abandonar nuestra cultura, van desapareciendo en el horizonte de los tiempos.

     La educación física, el deporte y las actividades físicas, están no solo liberando el cuerpo femenino, dándole un protagonismo y una visibilidad desconocida hasta mediado el siglo XX, sino que están aportando una imagen de modernidad visual e icónica que aportan un parámetro de igualdad que ha de ser trasladado a otros órdenes de la vida.

BIBLIOGRAFIA

[1]Adeline Rucquoi – La mujer medieval – Cuadernos de Historia 16 nº 262 – Madrid 1985

[2]…et por ende el rey debe catar que aquella con quien casare haya en si quatro cosas; la primera que venga de buen linage, la segunda que sea fermosa, la tercera que sea bien costumbrada, la quarta que sea rica; ca en cuanto ella de mejor linage fuere, tanto será él mas honrado por ende, et los fijos que della hobiere seran mas nobles et mas en caro tenudos: otrosi quanto mas fermosa fuere, tanto mas la amará, et los fijos que della hobiere serán mas fermosos et mas apuestos, lo que conviene mucho á los fijos de los reyes que sean tales que parezcan bien entre los otros homes: et quanto de mejores costumbres fuere, tanto mayores placeres recibirá della, et sabrá mejor guardar la honra de su marido et la suya: otro si quanto mas rica fuere, tanto mayor pro verná ende al rey, et al linage que della hobiere, et aun á la tierra do fuere…

Partida I Título VI ley I – Quáles cosas debe el rey catar en su casamiento. Alfonso X – ANTOLOGIA – Ed. Orbis – Barcelona 1.983

[3] CLAUDIO SANCHEZ ALBORNOZ – La España Musulmana Tomo I – Madrid. Espasa Calpe S.A. 1973.

[4]Del TAUQ o Libro del amor y del AJLA o Libro de los caracteres y la conducta que trata de la medicina del alma de BEN HAZM, según la versión de Asin (Abenhazam de Córdoba, 39, 40, 222 y 223) tomado de CLAUDIO SANCHEZ ALBORNOZ – La España Musulmana Tomo I – Madrid. Espasa Calpe S.A. 1.973.

[5]AVERROES – Trad. de Ribera Disertaciones y opúsculos, I, 348. tomado de CLAUDIO SANCHEZ ALBORNOZ – La España Musulmana Tomo I – Madrid. Espasa Calpe S.A. 1.973.

[6]ALFONSO X: Libro del Açedrex, dados e tablas. En ALFONSO X – ANTOLOGIA – Barcelona. Ed. Orbis – 1983

[7] Del Discurso de D. Manuel Becerra al Congreso de los Diputados en defensa de la creación de la Escuela Central de Gimnástica Higiénica el 31 de Octubre de 1.881 – Madrid. COPLEF Serie Divulgación nº 2 -1979.

[8]CARTILLA GIMNASTICA INFANTIL – Publicaciones del Directorio Militar- Ministerio de la Guerra- Escuela Central de Gimnasia. Succ. de Rivadeneyra S.A. – Madrid. (sin fecha)

[9]GARCÍA, J.L.: Dimensión social del deporte. Madrid. Publicaciones del C.O.E. – 1966

[1] GOMES, R.: – Poder e Saber sobre o Corpo – a Educaçao Física no Estado Novo (1936-1945) Boletim: nº 2-3, Lisboa, Sociedade Portuguesa de Educaçao Física (SPEF), – Verano-Otoño de 1991.

[2] MONICA, M. F:. Educaçao e Sociedade no Portugal de Salazar, Ed. Presença, Lisboa. 1978

[3] GOMES, R.: Ob. cit.

[4] VAN ZELLER, M. L: Boletim do I.N.E.F. nº 1, 2 y 3, 1941, citado por Rui Gomes Ob. cit.

[5] DIRECTORIO MILITAR: Cartilla Escolar de Educacion Fisica. Toledo (sin fecha)  pp. 29.

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