VIOLENCIA EN EL DEPORTE. UN PROBLEMA ENTRE EDUCACIÓN Y CULTURA.

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Manuel Vizuete Carrizosa

Maestro de Enseñanza Primaria  –  Licenciado en Educación Física – Licenciado en Geografía e Historia – Doctor en Historia Contemporánea. Catedrático de Universidad. Lineas de Investigación: Didáctica de la Educación Física. Producción Materieles Didácticos para la Educación Física Escolar. Historia y Filosofía del Deporte y de la Educación Física. Formación del Profesorado de Educación Física. Fundador de La European Union Physical Education Associations (EUPEA) Comité de Expertos del Consejo de Europa (EF, Deporte Escolar y Deporte para Jóvenes) Coordinador del Foro Hispanomexicano.

 

VIOLENCIA EN EL DEPORTE. UN PROBLEMA ENTRE EDUCACIÓN Y CULTURA.

¡A por ellos, oe!

¡A por ellos, oe!

¡A por ellos, oe!

¡A por ellos, e oe!

Real Federación Española de Fútbol – 2006

 

 

1. Del deporte como cultura, a la cultura del deporte.

Es indudable que, en el proceso de modernización del mundo contemporáneo, el deporte ha jugado un papel creciente. No es menos cierto, que este fenómeno está relacionado con la propia evolución de las sociedades y, en mayor medida, con el desarrollo tecnológico y la mercantilización; tanto del hecho deportivo en si, como de las espirales económica que en la segunda mitad del siglo XX ha venido generando. Podemos asegurar que el impacto del deporte en la sociedad contemporánea es superior a cualquier otra circunstancia, incluidas guerras y actos terroristas ó cualquier suerte de amenaza o calamidad pública. Ningún acontecimiento o fenómeno social, mantienen la tensión informativa veinticuatro horas al día trescientos sesenta y cinco días al año, solo el deporte y, sorprendentemente, esto es posible porque considerado como fenómeno social y de masas es política y económicamente rentable.

La cuestión que nos planteamos es si el deporte es una forma cultural, dentro de los marcos y pautas sociales o es, por el contrario, que el deporte ha desarrollado una cultura propia fuera de cualquier referencia o sistema cultural conocido. Establecida esta cuestión y aclarados los términos del problema, habríamos de tratar de asimilar cuales son los planteamientos culturales a considerar, sus formas de transmisión y su compatibilidad o no con los sistemas educativos que tienen a la actividad física o al movimiento muscular activo como agente o medio de educación.

Desde mis propios planteamientos sobre la relación entre actividad física y cultura, considerados desde una posición crítica,[1] el deporte, entendido como cultura no resistiría los planteamientos de Herskovits[2] al tratar de definirlo desde sus tres paradojas fundamentales:

a)   La cultura es universal en la experiencia del hombre; sin embargo, cada manifestación local o regional de aquella es única.

b)   La cultura es estable, y no obstante, la cultura es dinámica también y manifiesta continuo y constante cambio.

c)   La cultura llena y determina ampliamente el curso de nuestras vidas, y, sin embargo, raramente se entremete en el pensamiento consciente.

La primera paradoja no puede establecerse en el caso de los deportes, ya que no es una experiencia universal porque no solo hay pueblos que no lo practican de forma habitual, sino que, su aparición y desarrollo, está sujetos a parámetros socioeconómicos y educativos, en tanto que, cuando se produce, carece de manifestaciones locales por ser sus reglas universales y sin posibilidad de incluir variables o modismos locales.

En cuanto a la segunda paradoja, si bien el deporte como cultura cuando se asienta es estable, su dinamismo se reduce a lo activo de su identidad, ya que los cambios y evoluciones en sus reglas, la creatividad y la particularización en suma, no solo son muy lentos sino que están sujetos a normatividades y reglamentaciones específicas sobre las que los deportistas no poseen el control.

El carácter de actividad no consciente, que establece la tercera paradoja, no sería aplicable al deporte por cuanto, tanto su aprendizaje como su práctica, requieren la voluntad, la intención y la conciencia plena de los actos practicados.

Un segundo punto de partida, para determinar la identidad cultural del deporte, es el suscitado por las teorías de base marxista que, todavía, tienen asiento en muchas de nuestras formas de entender y acercarnos al concepto cultura; Béla Köpeczi[3] entiende que uno de los objetos centrales del debate es la noción o naturaleza de la cultura y si la denominada cultura material debería ser considerada dentro de la historia económica o si, por el contrario, debiera ser integrada dentro de la cultura intelectual; sin embargo, parece estar claro que la noción de cultura, desde un punto de vista marxista, no puede entenderse por separado de la situación de las clases y modos sociales, por lo que debería ser enmarcada dentro de la historia social. Una visión amplia de la cuestión, que vendría a justificar la expresión cultura física como genuina forma de entender la educación del cuerpo desde la óptica de la izquierda, se desarrolló en la Unión Soviética para cuyos historiadores y sociólogos, la cultura está en relación con los resultados obtenidos de la actividad material, intelectual y artística del ser humano; de tal manera que su aportación esencial estaría en el proceso de actividad creativa determinado por la producción material.

En el origen de este planteamiento está la propia idea de Marx[4] cuando en la Introducción a la Crítica de la Economía Política dice:

Lorsqu’on considère de tels bouleversements, l faut toujours distinguer entre le bouleversement matériel – qu’on peut constater d’une manière scientifiquement rigoureuse – des conditions de production économiques et les formes juridiques, politiques, religieuses, artistiques ou philosophiques, bref, les formes idéologiques sous lesquelles les hommes prennent conscience de ce conflit et le mènent jusqu’au bout.

  • Esta concepción, exclusivamente intelectualista, de la idea de cultura es la que ha prevalecido en los antiguos países del este, que lleva a entender que la cultura comprende: el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y todas aquellas capacidades que el hombre es capaz de desarrollar como miembro de una sociedad, lo que llevaría, sin duda no solo a una interpretación amplia y unilateral del concepto cultura, sino incluso abusiva del mismo

Concretando y en un último análisis,[5] desde la óptica marxista, podemos plantearnos la aceptación de una noción de cultura que posibilite la relación entre la base y la superestructura, entre la cultura material y la intelectual, como punto de partida del sistema de valores y, por consiguiente de la concepción del mundo; que permite la objetivación de la alta cultura, y las manifestaciones de la cultura cotidiana y que tiene en cuenta, no solo la génesis, sino también la aceptación de los resultados de los productos de la propia cultura.

No podemos cerrar este punto de vista, sin tener en cuenta otra nueva consideración sobre la cultura, cual es la distinción entre: cultura dominante y cultura dominada; desde el punto de vista de la historia de la cultura, la superestructura ideológica, que hemos descrito, se reduciría a la filosofía, las ciencias, las artes, la religión y las instituciones que serían la denominada cultura dominante en tanto que, los productos derivados del ejercicio de las profesiones, entendidos como bienes y patrimonio cultural, serían la cultura dominada y, en este sentido, sería preciso advertir la dependencia de la cultura dominada respecto de la cultura dominante.

Otro punto de vista esencial sobre la cultura al que hemos de referirnos forzosamente, por su repercusión directa en el campo de la educación física y en el deporte, es el concepto de cultura popular. La idea de cultura popular como contraposición a la cultura aprendida fue formulada en primer lugar en Alemania, a finales del siglo XVIII, por el escritor J. G. Herder, a partir de ciertas teorías que habían ya circulado, tanto en Alemania como en Inglaterra, viniéndose a convenir el que: canciones, juegos, historias, representaciones teatrales, proverbios, costumbres y ceremonias, eran parte de un todo que expresaba el espíritu de un pueblo en particular. Este descubrimiento de la cultura del pueblo por los intelectuales a caballo entre el siglo XVIII y el XIX, motivado por razones estéticas y políticas, culminó en el movimiento romántico y serviría de base para la legitimación de los movimientos de liberación nacional que irrumpieron en toda la Europa del siglo XIX y cuyo objetivo era la liberación de la dominación extranjera en muchos casos, de tal manera que de la mano de la cultura popular, se llegaba a la idea de Pueblo que era una palabra clave dentro de una ideología. La cuestión es especialmente en nuestro caso, ya que son las ideas del romanticismo asociadas a la actividad física y al incipiente fenómeno, entonces, del deporte, lo que dará lugar a la rehabilitación de los Juegos Olímpicos, entendidos como la suma de romanticismo más deporte.

Finalmente, y siguiendo a Umberto Eco[6] es preciso referirse, por razones obvias de repercusión en nuestro campo, a una cuestión clave como es la Cultura de Masas. El punto de partida en esta cuestión está en los problemas que suscitan los cambios en la educación y en la cultura, de tal manera que cualquier modificación en los instrumentos culturales en toda la historia de la humanidad, se ha presentado siempre como una profunda puesta en crisis del modelo cultural precedente; es el caso de la llamada cultura de masas, puesta en cuestión desde su nacimiento, a partir de la toma de posición y ante el problema planteado por Nietzsche con su enfermedad histórica, y de una de sus formas más ostentosas de periodismo, que escondían la inquietud de filósofo por el igualitarismo, el ascenso democrático de las multitudes, el razonamiento hecho por lo débiles y para los débiles y el peligro de la existencia de un universo no construido a la medida del superhombre, sino a la medida del hombre común; en el fondo lo que subyace siempre en la intolerancia a la cultura de masas es la existencia de una raíz aristocrática que apunta una suerte de desprecio, no solo hacia la cultura de masas, sino hacia la masa en su conjunto, y la nostalgia por los tiempos en que la cultura era tenida como un privilegio de clase. En definitiva, la desconfianza de las clases dominantes de la cultura hacia la cultura de masas, es desconfianza hacia una forma de poder intelectual capaz de conducir a los ciudadanos a un estado de sujeción gregaria que es un terreno abonado para cualquier tipo de aventura totalitaria,[7] por lo que, el problema actual de la cultura de masas, a juicio de Eco, está en que la cultura:

…….en la actualidad es maniobrada por grupos económicos, que persiguen finalidades de lucro, y realizada por ejecutores especializados, en suministrar lo que se estima de mejor salida, sin que tenga lugar una intervención masiva de los hombres de la cultura en su producción. La postura de los hombres de cultura es precisamente la de protesta y reserva.

Una posición crítica sobre la cultura de masas, y en especial al deporte como fenómeno genuino de esta cultura, es la que nos llevaría a entenderla como producción o alimento de material cultural para las masas, entendida esta como una categoría de sub-ciudadanos consumidores, realizadas por una élite de productores dominantes. Esta situación de superestructura intelectual y base de consumo cultural plantearía el problema de si es, o no es, la cultura de masas una cultura ejercida a nivel de todos los ciudadanos. En modo alguno la cultura de masas es producida por la masa ya que no existe una fórmula de creación colectiva que no esté mediatizada por líderes o personalidades excepcionalmente dotadas que interpretan, de alguna manera, la sensibilidad de la comunidad en la que viven.

Expuestas las distintas posiciones existentes en cuanto a la identidad y noción de la cultura, procede, si quiera sea a volapluma, que nos detengamos un momento en poner sobre la mesa la otra cuestión que nos ocupa cual es la educación. Es forzoso recurrir a Luzuriaga cuando define la educación diciendo que es una parte de la cultura, de tal manera que, según él, la educación, no sería otra cosa que una manifestación cultural y la condición necesaria para la transmisión viva de la cultura: [8]

Por educación entendemos, ante todo, la influencia intencional y sistemática sobre el ser juvenil con el propósito de formarlo o desarrollarlo. Pero también significa la acción general, difusa, de una sociedad sobre las generaciones jóvenes con el fin de conservar y trasmitir su existencia colectiva. La educación es así una parte integrante, esencial, de la vida del hombre y de la sociedad, y ha existido desde que hay seres humanos sobre la tierra.

De otra parte, la educación es un componente tan fundamental de la cultura, como puedan serlo la ciencia, el arte o la literatura. Sin la educación no sería posible la adquisición y transmisión de la cultura, ya que por ella vive ésta en el espíritu de los hombres. Una cultura sin educación sería una cultura muerta. Y esta es también una de las funciones esenciales de la educación: hacer que la cultura siga viviendo a través de los siglos.

 

2. De la violencia como cultura a la cultura de la violencia.

No es fácil, a la vista de los múltiples enfoques existentes determinar, en que posiciones podría ubicarse al deporte como elemento de educación; sin duda y desde la espiral deportiva desencadenada por la llamada Guerra Fría y el uso que se hizo del olimpismo como arma política, parece estar claro que el deporte, como fenómeno cultural, ha acabado identificándose más con una idea marxista de la cultura que con la teoría liberal y educativa propia de los países occidentales, así entendido y desde esta óptica, la educación del cuerpo se ubicaría en el ámbito de las capacidades humanas y, por lo tanto, dirigida al desarrollo de estas capacidades sin plantear, a priori, ninguna acción educativa de fondo axiológico o de valores, por lo que la acción a ejercer sobre el cuerpo ha venido estando referida a método y técnica física y en modo alguno a valores que pertenecen a otros ámbitos de la cultura.

Aclarados dos de los términos del problema de la cultura referida al hecho de educar el cuerpo humano, es preciso entrar de lleno en un enfoque altamente sensible desde el punto de vista de la educación física y de los deportes, como es el de cultura popular. La carga de romanticismo que sirve para justificar a los nacionalismos y que hemos dicho que argumentaba su existencia en: canciones, juegos, historias, representaciones teatrales, proverbios, costumbres y ceremonias, como parte de un todo que expresa el espíritu de un pueblo, gravita esencialmente en formas de actuaciones y de comportamientos no solo corporales, sino además en la identificación mítica del espectador con su ídolo, con los localismos y esencias particulares de cada comunidad y en un cúmulo de razones, no siempre explicitas, con las que los espectadores y también los practicantes del deporte se identifican. En relación con la educación, podemos determinar como los currículos de educación física, en su relación con la cultura, poseen elementos culturalmente sensibles y elementos culturalmente indiferentes,[9] sobre los que es preciso aclarar que los elementos culturalmente sensibles de la educación física, no incluyen al deporte. La razón es simple, el deporte no forma parte de la cultura de los pueblos no británicos, sino que es una actividad física incorporada y aceptada con diferentes planteamientos en el resto de Europa y del mundo, pero que, a diferencia de los juegos populares, las danzas o los ahora llamados deportes autóctonos, que en su día no fueron otra cosa que actividades jugadas con un mayor o menor grado de reglamentación debido a las apuestas, el deporte se incorpora al resto de las culturas como una estructura cerrada y acabada, sobre la que la cultura en la que se deposita no tiene posibilidades de intervención modificadora, ni de vestirla con su propia impronta o personalidad cultural.

Que las actividades físicas han jugado, y juegan, un importante papel en la sociedad de masas y en la cultura de masas es una realidad incuestionable. No existe, en este momento, ninguna actividad o manifestación humana, en relación con la cultura de masas con una dimensión superior al deporte y a las actividades físicas; por ello, es preciso que a la hora de hablar de la relación entre educación física y deporte, tengamos que tenerla forzosamente en cuenta.

Las diferentes posiciones de Eco, descritas anteriormente, parecen haber sido establecidas desde el referente de la educación física y el deporte. Es cierto que existe, cada vez más, un abismo insondable respecto de las posiciones que las elites intelectuales mantienen sobre el fenómeno deportivo y por ende sobre la educación física, a la que empieza a pasar factura el haber sido confundida, a veces de forma no desinteresada, con el deporte.

Desde una visión actual del deporte y de las actividades físicas no podemos pasar por alto las dimensiones económicas, sociales y políticas del fenómeno deportivo,[10] a juicio de los autores señalados, el mundo del deporte y de las actividades físicas se encuentra atrapado por una serie de contradicciones entre lo que la masa percibe como cultura y lo que en realidad no es otra cosa que, de acuerdo con Eco, maniobras de grupos económicos, que cuentan con especialistas de todo tipo para servir a sus intereses de lucro sin que la cultura como tal, tenga acceso a participar en los recursos que permitirían acceder a la masa desde una perspectiva axiológica. Los factores que, a juicio de estos autores determinan estas contradicciones serían:

a)              El mito del deporte como un festival de demostraciones de decencia, juego limpio y aperturismo democrático.

b)              La verdad, representada por las multinacionales del deporte que, además, miran hacia otro lado en los casos de corrupción o dopaje.

c)              El club, compuesto por una oligarquía que hombres de negocios que se auto perpetúan en los cargos y que reciben los beneficios económicos de estas acciones.

 

Así, y una vez que hemos accedido al empleo de la palabra deporte y establecida su presencia cultural en las sociedades contemporáneas como un hecho independiente de la educación física, es preciso que no olvidemos tres cuestiones importantes:

a)              Que el deporte posee efectivamente esa dimensión extracurricular entroncada con la cultura de masas y que posee, en este sentido, una dinámica y una personalidad propios.

b)              Que el deporte es un medio de educación y que, tal como fue concebido en su origen, debe formar parte de los currículos de educación física, como un contenido independiente, pero teniendo siempre claro que es una estructura culturalmente cerrada y superpuesta a la cultura en la que nos desenvolvemos.

c)              Que en este momento el deporte se enfrenta a una grave crisis de identidad y de valores que, en un futuro inmediato, van a poner en riesgo su existencia como una estructura social y cultural válida.[11]

Es esencial en este punto, una vez planteado el problema del deporte como medio de educación, que establezcamos sus diferencias más significativas, a nivel de identidad cultural con la educación física. Es cierto que tanto el deporte, en su origen, como la educación física, por definición, plantean la educación en valores a partir del movimiento humano como método; sin embargo, no es menos cierto que el paso del tiempo y la aceleración de los procesos históricos, referidos al deporte, han desencadenado una desigual evolución y crecimiento diversificando los fines y objetivos finales, en los que, a menudo, la educación física ha sido vicaria de intenciones no siempre claras y muchas veces inconfesables.

El fundamento del atractivo del deporte y su diferenciación cultural sobre la educación física está en su propia naturaleza que aporta tres notas distintivas claves: confrontación física y activa, factor de incertidumbre y espíritu del juego.

Son estos tres elementos los que, en relación con la violencia y en nuestro caso con la educación, componen un equilibrio cuya inestabilidad determina diferentes alteraciones cuyo desencadenante es, indefectiblemente, una situación violenta intra o extra juego.

a)    Confrontación física y activa. Ciertamente, hablar de deporte es referirse a situaciones de violencia y de confrontación regulada y autocontrolada, no se concibe el deporte sin el enfrentamiento y la competición. En este caso la cuestión está en la regulación y el autocontrol de la violencia propia del juego, distinguiéndola de cualquier otra manifestación que se produzca como resultado de los lances del juego y que vulnere la regulación de esta violencia contenida en los reglamentos.

b)    Factor de incertidumbre. La atracción y el interés que despierta el deporte viene determinada esencialmente por el factor de incertidumbre que plantea el interrogante sobre el resultado de la confrontación, de tal manera, que la eliminación de este factor hace disminuir o perder el interés por la competición. Del mismo modo la burla de este factor por cualquier medio es uno de los desencadenantes de la violencia.

c)    Espíritu del juego. Entendido como lo que es capaz de superar las diferencias y garantizar el desarrollo de la actividad deportiva y que es independiente de las reglas o de cualquier otro tipo de cuestiones o circunstancias que se produzcan.[12]

 

3. Educar la cultura y culturizar la educación.

Sin que se pueda hablar de conflicto, la dialéctica educación física – deporte y de ambos con el concepto violencia, está presente en los ámbitos académicos y en el hombre de la calle desde hace décadas. La crisis que atravesó y que aún atraviesa la educación física, ha sido el resultado de haber sido fagocitada por el deporte, sumiéndose, al nivel de la práctica, en una profunda crisis de identidad de la que comienza a salir.

La evolución de la sociedad contemporánea y la diversificación de intereses frente al deporte y las actividades físicas, hacen que nos planteemos la discusión ahora en otros términos, ya que la aparición de corrientes como el postmodernismo y el hedonismo, entre otras, de gran repercusión en la cultura del cuerpo, hacen que nos cuestionemos la finalidad de la educación física escolar orientándola hacia objetivos de salud psicofísica, en los cuales es preciso determinar cual es el papel curricular a jugar por el deporte, de tal manera que el deporte dejaría de ser un objetivo para convertirse en un medio y , finalmente, la herramienta que posibilite la vida activa y consecuentemente la salud y la calidad de vida futura. Desde este planteamiento el nuevo enfoque será el de educar en deporte, para hacer posible la integración de los ciudadanos en la cultura del movimiento como objetivo a alcanzar[13]. Esta sería la acción de culturizar la educación, entendido como sintonizar educación y cultura en la adecuación de los principios y del entendimiento constructivo del deporte.

Educar la cultura es un proceso mucho más complejo y probablemente mucho más inasequible. Ciertamente, hemos de plantearnos cuales son las estructuras culturales que se encuentran en el deporte y, conocidas estas, determinar cuales serían las acciones educativo-sociales a llevar a cabo para educar esta cultura deportiva. Los agentes que intervienen, en este caso, son diversos y en muchos casos independientes entre si, sin embargo, son todos ellos a la vez los que conforman una cultura específica de la violencia que arroja particularidades y diferencias notables dependiendo de los deportes de que se trate; en este sentido hemos de volver a nuestro discurso anterior considerando:

a)    Las superestructuras económicas y federativas de los deportes, para los que la violencia es, a veces un mal necesario, y en ocasiones un factor de desarrollo económico, conociéndose soportes económicos de los grandes clubes a elementos desencadenantes de la violencia deportiva.

b)    La cultura dominante y la cultura dominada del deporte. Entendida esta, por una parte como los planificadores, los grupos económicos, los técnicos y los científicos y de otra los deportistas y entrenadores.

c)    La cultura popular asociada.En la consideración del deporte como algo sujeto a raigambre y de contenido nacionalista y patriótico con gran carga afectiva.

d)    Los grupos marginales conectados con la violencia. Entre los que cabría entender diferentes grados de implicación violenta ya sean fan, hoolligans o ultras.

En estos casos y para educar esta cultura se hacen preciso diferentes tipos de acciones que tienen que ver con entornos familiares y sociales, con políticas de entendimiento del fenómeno deportivo y con medidas de prevención y de protección ante los fenómenos de la violencia y, en especial, la protección de la infancia desde la educación para la visión crítica del fenómeno deportivo, desde acciones curriculares en la educación física.

Huelva – España – Septiembre 2006.

CONGRESO SOBRE DEPORTE Y VIOLENCIA

BIBLIOGRAFÍA:

[1] VIZUETE, M.: (2002) Euroeducación Física. Encuentro de Culturas. (Coord. Díaz Suárez, A.. Rodríguez García, P.L., Moreno Murcia, J.A.. Actas del III Congreso Internacional de Educación Física e Interculturalidad. Consejería de Educación y Cultura. Región de Murcia.

[2]HERSKOVITS, M. J.: (1973) La naturaleza de la cultura, en El hombre y sus obras. FCF, México.

[3] KÖPECZI, B.: (1982) Object et méthodes de l’histoire de la culture. En Le Goff y Köpeczi (eds.) Object et méthodes de l’histoire de la culture. Actes du colloque franco-hongrois de Tihany 10-14 octobre 1977. Paris –Budapest, Editions du CNRS-Akademia.

[4] MARX, K.: (1969) Contribution à la critique de l’économie politique. Paris, Editions Sociales.

[5] KÖPECZI, B.: (1982) Ob. Cit.

[6] ECO, U.: (1985) Apocalípticos e Integrados, Barcelona. Lumen

[7] MACDONALD, D.: (1962) Against the American Grain, New York. Random House.

[8] LUZURIAGA, L.: (1982) Historia de la educación y de la pedagogía,. Buenos Aires, Losada. (16ª ed.)

[9] VIZUETE, M.: (2001) Die Zukunft der Leibeserziehung: Von der zentralen Regierungsregelung zur örtlichen Autonomie der Schule. Die Leibeserziehung in den autonomen Ländern Spaniens: das spanische Experiment. En Sportunterrischt: Zwischen zentraler Steuerung und lokaler Autonomie. Velen. Europäische akademie des sports.

[10] SIMSON, V. & JENNINGS, A.:(1992) The Lords of the Rings. Power, Money & Drugs in the modern Olympics, London, Simon & Schuster.

[11] VIZUETE, M.: (1999) La educación física, el deporte y el poder político en el diálogo Norte-Sur. En La Educación Física en el siglo XXI, Actas del Primer Congreso Internacional de Educación Física, Madrid, Fondo Editorial de Enseñanza (FEDE)

[12]QUILIS, A.: (1990) Enjeu cultural de l’Education Physique. En Education Physique et Didactiques des APS. Paris. AEEPS.

[13] CRUM, B. (2005) La permanente crisis de identidad de la Educación Física. La necesidad de un paradigma de cambio. The ongoing identity crisis of PE – the necessity of a paradigm change. Conferencia. Instituto Andaluz del Deporte. Málaga

 

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