EXTREMADURA ¡ATENCIÓN AL TREN!

Manuel Vizuete Carrizosa
Doctor en Historia Contemporánea. Catedrático de Universidad

EXTREMADURA ¡ATENCIÓN AL TREN!

Manuel Vizuete Carrizosa

Doctor en Historia Contemporánea. Catedrático de Universidad

Las personas no deben recibir peor trato que las mercancías.

Felipe González ante la entrada de España en la UE

El título trae a la memoria la imagen de un poste con una señal en aspa, en medio de la nada, en un secarral digno de película del oeste. Una estampa de aquellas con las que solían abrir, metiendo zoom, las películas de la transición política dopadas de subvenciones, en las que los malos siempre los mismos y, los buenos, más que buenísimos, e igualmente siempre los mismos. Aportaban la imagen rancia de una España, ya entonces superada, pero muy rentable, tanto política como económicamente, para sectores y grupos sociales perfectamente identificables.

Sorprendentemente la señal en aspa sigue estando ahí y el tren sigue sin pasar.  Los que conocimos los viajes en tren con locomotoras de vapor, aquellas que regalaban carbonilla en los ojos para todo el pasaje, no teníamos demasiada ansiedad por llegar puntuales al tren, la razón se aclaraba en la primera pregunta que hacíamos al llegar a la estación: ¿Cuánto trae de retraso?

Algunas cosas han cambiado, ya no te obsequian con carbonilla en los ojos y ha mejorado la puntualidad del tren, pero el retraso y la calidad en el transporte ferroviario, para los extremeños, sigue pesando como una maldición bíblica. Decía, no hace mucho un tertuliano, o tertuliana, de televisión, que los países o territorios sin trenes de alta velocidad eran tercermundistas; primero me indigné, después miré en la página de Adif los servicios ferroviarios a Extremadura y cambié la orientación de mi indignación hacia los tertulianos, a los que les di la razón, acumulando un mayor enfado hacia los responsables políticos del asunto.

El tren rápido, dicen que ha llegado, de momento, y constatable, con bastantes años de retraso sobre lo inicialmente prometido, y hasta sobre lo previsto y diseñado; no han faltado las promesas de voces desgarradas en mítines electorales, en los que juraban y prometían que si salían elegidos tendríamos el AVE a las puertas; de esto no se libran ninguno de los partidos de gobierno, presidentes y ministros de la nación, próceres autonómicos, ni los políticos desaprensivos que vienen a cazar votos electorales en tierras de Extremadura. De lo dicho nada y de lo prometido menos.

Finalmente, se ha inaugurado el tren rápido a Extremadura, eso sí, a la vertiginosa velocidad de 80 Km. por hora, al parecer, de media y con vagones repintados. No pasa nada, no hay peligro de que los sombreros se vuelen, las boinas se caigan o que los extremeños protesten sonoramente. Hace tiempo que predije que no habrá AVE a Extremadura hasta que no estén en último tercio de vida los de la línea de Cataluña, a punto de chatarrero. Siempre ha sido así.

Tenemos nuevos tiempos electorales, nuevas y vehementes promesas de la llegada inminente del AVE, por parte de los políticos locales y de los de Madrit, (deberíamos inventarnos un idioma y una petición de independencia, con himno, bandera y bombo, por lo rentable) sin embargo, creo que primero hay que llenar los pilones y abrevaderos de las caballerías de nuestros pueblos y ciudades, y premiar con un baño a todo el que vuelva a engañar con la llegada de trenes que siguen sin aparecer en el horizonte.

El habitual incremento porcentual de incidentes e irregularidades en los trenes con destino a Extremadura, coincidiendo con momentos de ocupación punta de la red ferroviaria española, permite intuir el desplazamiento de material ferroviario, obsoleto, desde otras comunidades, y cuando hacen falta unidades en otras partes nos envían a Extremadura a los trenes que salen ardiendo en medio de la nada, no funcionan los baños y el mal funcionamiento del aire acondicionado permite verificar, literalmente, que Extremadura acoge al viajero calurosamente.

¿Cuánto trae de retraso esta vez? No se sabe; se prometió para 2005, se retrasó a 2010, después hemos perdido la cuenta de los retrasos; ahora parece que los que vivan en 2030 lo verán llegar, todo ello contando con que no haya más piedras en el camino o nidos que rodear; si no fuera tan trágico y lamentable, sería cómico.

La sensación de desamparo está tan enquistada en la población extremeña, que hemos dado por normal, lo que sin duda alguna es tan terriblemente injusto como que Extremadura sea un cazadero de votos electorales que acaban trabajando para otras comunidades autónomas y, en el mejor de los casos, para el que hace las listas, que es tanto como decir la voz de su amo. Sin embargo, en un mundo sometido a estadísticas no es difícil verificar los progresos del tren y  compararlo con las promesas que nos hicieron los diferentes políticos y partidos en cada momento electoral. Tómese el mapa de Extremadura como tablero estadístico; en azul las promesas de unos, en verde las de otros, naranja las de aquellos, todas con sus fechas de promesa correspondiente y, finalmente, en rojo, las realidades; posteriormente, deberíamos negociar el voto, modelo indepe, con los políticos aspirantes a gobernarnos; de esta forma, a menos sabríamos quienes son los que teóricamente representan y defienden nuestros intereses en Madrit, y a quienes hay que ignorar cuando venga a pedirnos el voto.

Parece, según últimas informaciones, que el problema es que el AVE a Extremadura no dispone de vía férrea de acceso a Madrid, nada nuevo y a seguir con los retrasos que es lo nuestro.

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